domingo, 24 de julio de 2011

La Palma, 75 años después: La Isla que resistió al golpe fascista del 18 de Julio*

José Miguel Pérez: dirigente comunista palmero y alma de la resistencia pacífica al golpe militar, fue vilmente asesinado en Septiembre de 1936 por las fuerzas facciosas, tras el correspondiente Juicio-Farsa en sede militar.

LA conmemoración el pasado 18 de julio del 75 aniversario del golpe de Estado que terminó por derrotar, después de una cruenta guerra civil, al Gobierno de la II República invita a rememorar algunos acontecimientos tan singulares como el acaecido en la isla de La Palma durante la llamada "Semana Roja" palmera...




Un total de ocho días en los que La Palma logró frenar el alzamiento militar y mantenerse fiel al Gobierno republicano...

Una resistencia que se logró además sin derramamiento de sangre, muy al revés de lo que sucedió poco tiempo después durante la represión franquista en la Isla.
Nadie como el historiador Salvador González Vázquez se ha sumergido en lo que ocurrió durante esa semana en la isla de La Palma, descifrando y articulando el contenido de multitud de archivos de la época y testimonios orales de personas que vivieron ese momento, muchos de ellos ya desaparecidos.

La pregunta más inmediata que surge es por qué la sublevación llegó a La Palma con más retraso que al resto del Archipiélago.

Para González Vázquez, “el consenso del conjunto progresista de la sociedad palmera (republicanos, socialistas y comunistas) a la hora de defender la democracia republicana fue lo suficientemente consistente como para contener el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y mantener a la Isla obediente al Gobierno de la República, durante los primeros siete días de la Guerra Civil, a pesar de que el resto del Archipiélago iba cayendo en manos de las fuerzas partidarias de las sublevación encabezada por el general Francisco Franco”. El papel de las autoridades de la República en La Palma fue clave durante esta semana. En este sentido, el historiador palmero comenta que “las noticias que recibían a través de las emisoras gubernamentales aseguraban que la insurrección estaba siendo derrotada, así que, mientras el Gobierno recuperaba el control del país, la misión de los representantes del Ejecutivo en la Isla debía consistir en sostener la legalidad republicana, mantener el orden y evitar cualquier enfrentamiento violento que diera lugar a derramamientos de sangre”.

Para llevar a buen puerto esta tarea, “contaron con la fidelidad de la Guardia de Asalto, la colaboración de la Guardia Civil y la asistencia de los sindicatos obreros que aportaron sus afiliados para improvisar unas milicias republicanas pobremente pertrechadas”. Mientras tanto, “una parte de la derecha palmera estaba implicada en la conjura golpista”, asegura González Vázquez, quien añade que “durante la Semana Roja, aunque mantuvieron la esperanza de que la sublevación del ejército triunfara, eran pesimistas, porque, también, escuchaban las noticias radiadas que daban por seguro el aplastamiento de la intentona militar en la Península. Desde el 18 hasta el 25 de julio, su postura será de retraimiento absoluto”.

Llegada del barco

Hay una constante en la acción del Gobierno republicano en la Isla durante esa Semana: “Querían preservar la República, pero no deseaban que su defensa costase vidas y destrucción material en La Palma”. De hecho, según González Vázquez, “su esperanza era que el Gobierno redujese la sublevación en la Península y fueran, posteriormente, fuerzas fieles a la República las que recuperasen la Isla”.

Tanto es así que la mañana del 25 de julio, el delegado del Gobierno de la República, Tomás Yanes Rodríguez, “puso en marcha un plan para entregar la Isla sin violencia a las fuerzas expedicionarias provenientes de Gran Canaria” y estaba dispuesto, junto con otras autoridades, a salir en un remolcador para entregar el mando de la plaza a al comandante del cañonero.

Sin embargo, “un sector considerable de los habitantes de la capital rechazó entregar La Palma a los militares insurgentes y desobedeció las consignas de las autoridades”. Una actitud que se disolvió con los cañonazos de advertencia que el Canalejas disparó sobre las inmediaciones de la población, retirándose las milicias republicanas.

“Estaban muy mal armadas, huérfanas del mando gubernativo, carentes de la dirección de parte de sus líderes y habían perdido el respaldo de la Guardia Civil y de Asalto. El cañonazo del Canalejas terminó de quebrar su ánimo pues le hizo ver la inviabilidad de una resistencia a ultranza”, explica el autor de La Semana Roja en La Palma.

A partir de este momento comienza uno de los capítulos más negros de La Palma, con los trágicos episodios de la represión, cuyas secuelas han empezado a desenterrarse estos últimos años. Para González Vázquez, “la Semana Roja endureció la represión en La Palma”.

“En los meses siguientes, autoridades republicanas, dirigentes obreros y militantes de los partidos que sostuvieron la legalidad de la República fueron encarcelados. El delegado del Gobierno y sus principales asesores recibieron condenas de treinta años de cárcel. José Miguel Pérez, el líder del Partido Comunista, tuvo peor suerte y fue fusilado el 4 de septiembre de 1936.

Centenares de militantes republicanos, socialistas y comunistas de toda la Isla vivieron el resto de la Guerra Civil en la prisión tinerfeña de Fyffes”.

Origen

La denominación de Semana Roja a este episodio de la historia palmera no está del todo aclarado, si bien González Vázquez considera importante distanciarlo de algunas interpretaciones, como que “se produjeran derramamientos de sangre, que no los hubo”. Tampoco tiene que ver con que los comunistas dirigieran La Palma durante esas siete jornadas, “puesto que se mantuvieron las autoridades designadas por el Gobierno de la República meses antes y, por añadidura, la legalidad vigente continuó siendo la republicana”.

Según explicó nuestro historiador de Tazacorte, “existía la tradición de llamar Semana Roja a determinados momentos de confrontación violenta de organizaciones obreras y fuerzas de seguridad del estado que se dieron en Europa y América en las primeras décadas del siglo XX”.

González Vázquez señaló varios ejemplos, si bien destacó el acaecido tras la I Guerra Mundial, entre el 5 y el 11 de enero de 1919, donde “los espartaquistas alemanes, de ideología comunista, desencadenaron una rebelión en Berlín contra el Gobierno, que también se conoció como Semana Roja y que fue duramente reprimida por la policía, el ejército y grupos paramilitares de la extrema derecha”.

“Quizá, este sea el caso que explique el nombre del episodio palmero. Sin duda, los socialistas y comunistas de la Isla conocían lo sucedido a sus correligionarios alemanes diecisiete años antes. No en vano, el sector del partido comunista alemán que organizó la insurrección se llamaba Espartaquista, en homenaje a Espartaco. Y ese fue el mismo nombre que escogieron los jóvenes marxistas palmeros para su grupo -Espartaco- y, también, para el órgano de prensa de la Federación de Trabajadores de La Palma, el semanario Espartaco”.


Cronología de la Semana Roja: Desde el fracaso del golpe de Estado a la llegada del cañonero Canalejas

- Sábado, 18. Llegan las primeras noticias del golpe de Estado a La Palma. El Frente Popular toma iniciativa: reparte las escasas armas disponibles, rodea el cuartel, declara la huelga general, detiene a falangistas a miembros de la derecha insular. La Guardia Civil no se suma a la sublevación militar. El golpe de Estado fracasa en La Palma.

- Domingo, 19. Se organizan las milicias populares. La Delegación insular del Gobierno entra en contacto con los ayuntamientos para crear los comités del Frente Popular. Comienzan los contactos entre las clases altas y medias conservadoras y republicanas para mantener controlada la crisis.

- Lunes, 20. Unión Republicana emite un comunicado en el que manifiesta su fidelidad al Gobierno de la República, cuya lectura impacta en la población. Reuniones entre las clases medias y altas conservadoras y republicanas para mantener la situación estabilizada.

- Martes, 21. Las autoridades republicanas mantienen la Isla bajo control a través de las milicias populares; el optimismo es generalizado entre los republicanos.

- Miércoles, 22. Atraca el buque escuela de la Armada Galatea. El delegado del Gobierno se entrevista con el capitán del barco, que parte hacia Santa Cruz de Tenerife.

- Jueves, 23. Llega el vapor Viera y Clavijo, la Comandancia Militar de Las Palmas envía dos telegramas a las autoridades republicanas conminándoles a que entreguen el mando al ejército. El cañonero Canalejas partió desde el puerto militar de Las Palmas con dirección a Santa Cruz de La Palma. Entrevista entre el delegado del Gobierno y el capitán del ejército acuartelado.

- Viernes, 24. Las milicias populares son oficialmente legalizadas por la Delegación del Gobierno. Se reduce el número de milicianos. La huelga general finaliza.

- Sábado, 25. El Canalejas llega al puerto de Santa Cruz de La Palma. Tras bombardear los alrededores de la población se inicia el desembarco de las fuerzas expedicionarias. Los miembros de las izquierdas comprometidos con el mantenimiento del orden republicano se internan en los montes (a quienes se les denominará “alzados”). Las fuerzas expedicionarias toman Santa Cruz de La Palma.

*Fuentes: D.A. / "La Semana Roja" (Salvador González Vázquez)

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