YER desperté empapado en sudor, pese a ser enero y haber descendido las temperaturas. Había vivido la peor pesadilla de la que tuviera memoria: Luego de optar por la Subdelegación del Gobierno como escenario más apropiado, no sin larga reflexión acerca de la conveniencia de elegir la Presidencia del Gobierno de Canarias, decidía inmolarme rociando mi cuerpo con gasolina y prendiéndome fuego a la tunecina al grito "REACCIONA PUEBLO, REBÉLATE". Ya una vez duchado, masturbado y fumando mi Krüger en dirección al trabajo me repetía que todo había sido un mal sueño, el peor...
No fue así.
Hoy, esta madrugada, el alarido despertó sobresaltada a mi mujer, y creo, por las voces que oí por el hueco del patio, que a algún otro vecino. El sudor era el mismo, pero de espeso parecía sangre. El aire se empecinaba en ignorar todas las leyes de la física y resistía cualquier esfuerzo de mis músculos por aspirar la ansiada dosis trece veces por minuto. La luz negra de la madrugada lo cubría todo y pareciese como si el verbo aún no se hubiese hecho carne.
El Big-Bang era historia del futuro y el tiempo no tenía espacio que lo hiciera necesario: era la nada y tenía en el vacío el principial aliado para el recuerdo: El sueño fue el mismo, sólo variaba el escenario: era la sede vertical de los sindicatos CC.OO y U.G.T., unos cientos de metros distantes (quizás mejor decir próximos) a la Subdelegación del Gobierno. Antes de morir, o sea, despertar, oía una voz que surgía de entre el corro de sindicalistas que se arremolinaba en torno a mi cuerpo humeante, en uno de esos "ires y venites" a la Sidrería Mariano situada enfrente, y que decía: -¿Qué quería ese loco?
S/C de Tenerife, a 28 de enero de 2011 (Día de la Vergüenza Sindical, propongo)* Nota del autor: Autorizada la reproducción de esta pesadilla por cualquier medio con la única excepción de medios de comunicación de CC.OO y U.G.T, aunque bien pensado resulte ocioso hacerlo constar.
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