miércoles, 19 de enero de 2011

Agresión sin precedentes a los empleados públicos en Murcia: "cuando las barbas de tu vecino veas quemar..."


pesar de que, efectivamente, los empleados públicos de la Región Murciana  no son precisamente nuestros vecinos (ellos viven en el Continente europeo, a mil kilómetros largos de estas Islas africanas), hay cosas que están ocurriendo allí que nos sirven, sin duda, de aviso sobre lo que se va a reproducir aquí (o peor), si la tónica de nuestros empleados públicos sigue siendo la apatía, el miedo y la resignación... Esa era justamente, la actitud de la mayoría del colectivo de trabajadores públicos murcianos (laborales y funcionarios) hasta que el Gobierno regional del PP dio por sorpresa el "aldabonazo" del pasado 22 de Diciembre, produciendo entre los trabajadores primero pasmo, después indignación y finalmente, resolución para echarse a la calle dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias por pararles los pies a estos siervos politiqueros de los "Mercados" (el Capital especulativo y sus "Bolsas"). Más vale tarde que nunca, añadimos nosotros. Desconocemos lo que pensarán en estos momentos, las y los afiliados de UGT y CCOO que portaban banderolas de sus Sindicatos en la Manifestación que encabeza este reportaje, que se celebró cuando todavía sus "jefes de Madrid" no habían hecho pública su intención de abandonar el terreno de la lucha, dejando así "colgados" a los trabajadores en lucha (es una cuestión de mera y -lo reconocemos- malsana curiosidad...).

Transcribimos a continuación un interesante artículo publicado en la Revista republicana AR-CO, en el se analiza con bastante detalle lo que ocurrió y lo que está ocurriendo allí en estos momentos...



La reducción del déficit público o la presión de «los mercados» son la excusa que las clases dirigentes de gran parte del mundo capitalista están esgrimiendo para dirigir a su gusto a los diferentes gobiernos. En cosa de un par de años hemos visto entregar una lluvia de millones de euros a los bancos para sanear sus cuentas, sucesivos recortes del gasto público, reformas laborales, reforma de las pensiones. El sistema está en crisis y sólo puede sobrevivir a costa de disminuir al máximo el nivel de vida de la mayoría trabajadora. Esta es la esencia de toda la ofensiva.

El pasado 22 de diciembre, con alevosía y premeditación, el grupo parlamentario del PP murciano presenta un proyecto de Ley para su aprobación por el Parlamento regional que supone uno de los mayores golpes dados a la sociedad murciana desde hace mucho tiempo. Implican un duro recorte de los derechos de los trabajadores públicos; una reducción significativa del personal de la administración; y la supresión o degradación de servicios básicos prestados por las instituciones públicas. Entre la batería de medidas podemos encontrar desde una nueva reducción del sueldo de los trabajadores públicos, hasta recortes en servicios de urgencia y protección civil, eliminación de becas y ayudas, recortes en la representación sindical de un 70%…

Desde el mismo 22 de diciembre, la indignación de los trabajadores se ha hecho patente, y ante la atónita mirada del PP regional, primero miles y después decenas de miles de empleados públicos murcianos hemos salido a la calle, obligando al Gobierno a recular desde el mismo 23 de diciembre (por ejemplo, rectificando la bajada del sueldo de los docentes de 175 a 75 €). A la primera concentración convocada por todos los sindicatos (en menos de doce horas, y a un día de la nochebuena) asistimos unos 2000 empleados públicos; a la primera manifestación (a la mañana siguiente) más de 5.000, la siguiente (28 de diciembre) 15.000, el 4 de enero 25.000, y a la última manifestación más de 40.000 trabajadores. El conflicto se extiende, pese al intento de fragmentar el movimiento, de negociar con los sindicatos por separado o crear artificialmente el enfrentamiento entre trabajadores de la empresa pública y de la privada. El éxito de esta última movilización se debe precisamente a la extensión del conflicto, a que no sólo acudieron empleados públicos, sino también asociaciones de padres, colectivos de estudiantes y muchos trabajadores que perciben que esta Ley es un nuevo recorte a su nivel de vida.

En cosa de semanas, la lista de preocupaciones de los trabajadores movilizados ha sufrido un giro brusco, y empiezan a plantearse cuestiones que se tenían un poco aparcadas. La cuestión de los recortes (convertidos ahora en norma) lleva al análisis de sus causas, a la búsqueda de las posibles soluciones, y muestra cómo la gran mayoría de los partidos del arco parlamentario no son otra cosa que gestores o aspirantes a gestores del gran capital y de la banca. Esta última idea tiende a eludirse y no aparece aún con claridad, pero se ha convertido en el trasfondo de la discusión y el alimento de los análisis. En cualquier caso, y para no engañarnos, el objetivo de las movilizaciones (desde los sindicatos y organizaciones de izquierda) sigue siendo, de momento, el gobierno de Valcárcel y su política de despilfarro.

En cuanto a la combatividad de la gente, la movilización in crescendo, y particularmente la última manifestación, han dado una nueva óptica a las masas. Se ha pasado en cuestión de días de  la crítica de la huelga en general a la defensa de la huelga indefinida, de los piquetes o de las acciones contundentes. Superando las masas, en la mayoría de casos, las expectativas de los organizadores, incluidos nosotros mismos.

Desde el mismo 22 de diciembre, cuando recibimos la noticia, los ánimos están encendidos. Ese fue el impulso para lanzar, desde uno de los institutos del noroeste murciano, la convocatoria de una asamblea de docentes en la comarca para el 14 de enero. Los objetivos que nos planteamos eran contribuir a la movilización promoviendo la organización de los docentes, canalizar el descontento y, en último término, que se analizaran las causas y las consecuencias de la Ley y se viesen posibles acciones a llevar a cabo, trabajando siempre coordinadamente con los sindicatos, que fueron invitados al acto.

Ciertamente, en el seno del movimiento, y a lo largo de las reuniones preparatorias de la asamblea, ha habido y sigue habiendo, abierta y solapadamente, una batalla ideológica entre las posiciones tendentes al antisindicalismo y al corporativismo, y los que defendemos la unidad del movimiento y la extensión del conflicto. Las reuniones previas a la asamblea fueron difíciles y las posiciones de conjunto variaron desde el 22 de diciembre hasta la asamblea. La propuesta para la asamblea no iba a ser la de huelga, y el manifiesto simplemente incluía un rechazo de la Ley y un llamamiento al conjunto de la sociedad para que se implicase.

Sin embargo, llegamos a la asamblea con los ánimos de la multitudinaria manifestación del 13 de enero. Unos trescientos docentes. Tímidamente alguien propuso la convocatoria de huelga y, desautorizando la prudencia de los que organizábamos, el conjunto de la asamblea se posicionó a favor de ella. Fueron precisamente los asistentes, las masas movilizadas, las que mostraron lo innecesario de nuestras precauciones. La gran mayoría estaba dispuesta a llegar a la huelga indefinida y apostaba por la extensión del conflicto. Toda una lección de lucha.

La clave para la convocatoria de huelga, sin embargo, está en los sindicatos. La presión de la misma movilización forzó desde el principio a los sindicatos a hacer un trabajo conjunto: la unidad sindical se tradujo en las sucesivas convocatorias de manifestaciones, en la presentación de un manifiesto frente a la Ley de Medidas Extraordinarias y en la convocatoria de asambleas en las diferentes comarcas de Murcia. El éxito de las movilizaciones dependerá precisamente de la combatividad que se exprese en dichas asambleas.

Los Gobiernos autonómico y nacional piden cínicamente calma, mientras continúan sus recortes; esperan que pase la tormenta de la indignación, para renovar su presión. Se trata ahora de organizar la respuesta de los trabajadores y continuar la lucha hasta la retirada de este nuevo y salvaje plan.

¡¡¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!!!

17 de enero de 2010

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