No hay mejor noticia para un Patrón (o una Administración, en su calidad de "Empleadora") que enterarse de una eventual inexistencia de Sindicatos de Clase en "su Empresa". Por eso, desde los inicios del movimiento obrero, el Estado-Patronal-Jerarquía eclesiástica se dedicaron en cuerpo y alma a hacerlos desaparecer, o en su defecto, a corromperlos. Así nació el llamado "sindicalismo amarillo", que hoy encarnan, entre otros, CCOO y UGT.
Pero una persona a la que se presupone cierto nivel de cultura, debe tener un equivalente nivel de pensamiento crítico: no es admisible confundir la velocidad con el tocino, ni mezclar churras con merinas: meter "a todos los Sindicatos" dentro del mismo saco de mierda, sin querer percatarse de las esenciales diferencias que existen entre los sindicatos combativos (los de Clase) y los amarillos, es hacerle el trabajo sucio al Gobierno y la Patronal.
Nosotros no comulgamos con esas ruedas de molino...
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