Imagen del bombardeo de la Universidad de Trípoli por la OTAN |
La enorme hipocresía y doble moral de los líderes europeos y norteamericanos no tiene límite, porque los mismos que no dudaban en fotografiarse en una y mil poses con Gadafi a cambio de petróleo; los mismos líderes que apoyaron las dictaduras de Ben Ali y Mubarak, los mismos que han permitido que la dictadura sanguinaria de Mohamed VI sea parte del Concejo de seguridad de la ONU; ahora, que se las dan de salvadores y protagonistas de la “primavera árabe”, aupan en el poder a los preclaros líderes del CNT, para que impongan, como ya han prometido, la ley islámica o sharia, instrumento que seguramente democrátizará la sociedad libia por sus altos contenidos en temas de equidad de género (poligamia incluida) y libertad religiosa, al poner al poder religioso por encima de las instituciones civiles.
Si señores, esa misma ley que los medios de occidente tanto critican a los gobiernos de Irán o a los talibanes, para justificar invasiones y bloqueos económicos, es muy bien tolerada por dichos medios y las potencias que los financian en países como Marruecos o Arabia Saudita; pero ya en el caso de Libia, directamente, se apoya su implantación con dinero, armas y nutridos bombardeos. ¿Cuál será la diferencia entre unos y otros?
Porque en este “mundo al revés” parafraseando por enésima vez a don Eduardo Galeano, los pacifistas apoyan bombardeos con miles de muertos, los amigos de la justicia aplauden asesinatos extrajudiciales y los demócratas, luchan por la implementación de leyes medievales. Claro que todo ello detrás de sus fronteras, donde el horror de la sangre y la muerte solamente llega por fibra óptica.
Y luego estamos los mal pensados que vemos, en estas aberrantes incoherencias, el deseo de las multinacionales norteamericanas y europeas de acceder a las enormes reservas de petróleo de Libia. La reunión de Paris del 3 de septiembre en la que se pactó el desbloqueo entre 50 mil y 110 mil millones de dólares para su entrega al Consejo Nacional de Transición de Libia a cambio de jugosos contratos petroleros, de los que Francia, uno de los más entusiastas impulsores de la nueva “democracia islámica” libia, se ha garantizado el 35%, no demuestran nada.
Simplemente es que la buena voluntad y sacrificio de la OTAN merece la gratitud del pueblo Libio que, en este caso, se traduce en la entrega de sus riquezas al capital multinacional, a cambio de un país marcado por la sangre, el enfrentamiento y la destrucción.
*René Behoteguy Chávez
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