A pesar de los intentos de los políticos gobernantes por decir lo contrario, los recortes en la sanidad pública tienen efectos negativos en cuanto a las prestaciones recibidas por los pacientes. Se cierran plantas de hospitalización, se cierran quirófanos en jornadas de tarde, se cierran consultas y pruebas diagnósticas realizadas en jornadas de prolongación o en programas de tarde. Y, sin duda, ello trae consigo una congestión de pacientes, un atasco del normal funcionamiento de los hospitales y de los centros sanitarios. Es como una autopista de tres carriles a los que se le cierra uno. ¿Qué ocurre? Que hay atascos. En todo este grave problema los políticos no toman en consideración a los profesionales de la sanidad. No disponemos de una autonomía de gestión en el trabajo que desarrollamos. Estamos manipulados y controlados, de forma coercitiva, según los dictámenes burocráticos, administrativos y políticos. No podemos planificar con tiempo nuestras propuestas sanitarias. No nos escuchan, no nos hacen caso. Solo imponen, de manera inmediata y rápida, decretos, reducciones, recortes, despidos de trabajadores, paralización de los concursos de empleos, sin ninguna solicitud de opiniones especializadas de los verdaderos y únicos protagonistas del sector. Precisamos y se exige ya una gestión profesional en la sanidad. Basta de políticos jugando a ser médicos. En 2010 el Gobierno de Canarias recortó un 11% de sus presupuestos en sanidad. La friolera de 315 millones de euros, casi el triple de los recortes sufridos en otras comunidades autónomas. Y estamos expectantes a lo que se avecina en los nuevos presupuestos. No existe financiación suficiente para mantener el Estado del bienestar que debemos disfrutar los ciudadanos con el pago de nuestros impuestos. Pero sí que hay dinero para seguir manteniendo los privilegios de los bancos y entidades financieras, que aumentan sus beneficios económicos y que jubilan a sus directivos con escandalosos sueldos millonarios para mantener a las grandes fortunas Y sí que hay dinero para mantener entidades como televisiones autonómicas y policías que maldita falta nos hacen en estas circunstancias y momentos. Y trenes y aeropuertos, y tantas cosas que se nos antojan superfluas en momentos de crisis económica tan graves que se pueden hacer en épocas venideras...
Porque hay que priorizar en momentos como los actuales. Y se puede recortar de otros lugares que no sean siempre en sanidad, educación y servicios sociales. Porque aquí se recorta siempre de lo público y menos de otras partes. Y es que, por lo que se ve, deben de tenerle menos afecto a lo público.
Tenemos una sanidad pública muy buena y eficiente; que a nadie le quepa la menor duda. Pero su nivel es gracias a los profesionales que la conforman, a los que trabajan en ella. Que no se equivoquen los políticos, que no se cuelguen medallas, que no se otorguen premios. Hemos estado los sanitarios públicos durante muchos años supliendo las carencias y nefastas políticas de gestión con nuestra profesionalidad y haciendo más y mejor de lo que se podía o debía hacer. Y es que esta es una profesión vocacional, y por ello abusan y nos chantajean con los pacientes.
El éxito de este modelo de sanidad pública que disfrutamos se debe, particularmente, a los profesionales sanitarios. Gentes abnegadas y volcadas en su labor cotidiana, con sueldos por debajo de lo que se les supone, en algunos casos míseros, con elevadas tasas de interinidades, con contratos basura, con grandes presiones laborales y sociales. Pero luego los gobernantes quieren rentabilizar esta calidad sanitaria gracias a su gestión.
*Carlos García, Traumatólogo. Delegado de Intersindical Canaria
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