EL 29 de octubre de 1975 moría torturado en los sótanos del edificio del Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife de la calle Méndez Núñez (hoy Subdelegación del Gobierno, y por aquél entonces centro de torturas de la siniestra Brigada Político-Social de la policía franquista -BPS-), el militante del Partido de Unificación Comunista de Canarias (PUCC) Antonio González Ramos, asesinado a golpes, entre otros, por el Inspector de policía español José Matute Fernández...
Antonio González era un campesino tinerfeño emigrante a Alemania en los años 60. En los círculos de la emigración conectó con el Partido Comunista, donde adquirió conciencia de clase. De vuelta a Tenerife, entró a trabajar en la fábrica de tabacos Philip Morris, de la que fue despedido por reclamar mejores condiciones de trabajo. También realizaba una importante actividad reivindicativa vecinal en La Laguna...
Horas más tarde de su detención, Antonio González murió a consecuencia de los golpes que le propinó el inspector de la BPS José Matute Fernández. Hizo un buen servicio aquella noche el judoka Matute. De golpe eliminó a un comunista, dejó viuda a una mujer joven, convirtió en huérfanos a cuatro niños y llevó el dolor y la rabia al corazón de todos sus amigos y camaradas.
Cobardemente, los asesinos intentaron ocultar su crimen, aduciendo que Antonio había muerto cuando, trasladado en coche a una verificación, se arrojó en marcha del vehículo. El período de inseguridad política que abrió la muerte del dictador no era la situación más apropiada para la impunidad de los asesinos y, acosado por las investigaciones judiciales, Matute huyó a Venezuela, de donde regresó un año más tarde, cuando ya era de dominio público que se iba a promulgar la ley de amnistía que iba a acoger por igual a las víctimas y a los victimarios del franquismo. Aunque fue procesado, el juicio no llegó siquiera a celebrarse, pues en 1977 fue amnistiado y se reincorporó a sus tareas como policía.
Para más escarnio, uno de sus últimos destinos en la Dirección General de Seguridad, en Madrid, y ya ascendido a Comisario por un Gobierno del PSOE-GAL (el encabezado por Feliper González), fue en el departamento de elaboración y custodia de los datos de las personas detenidas.
El funeral por Antonio, celebrado una semana después de su asesinato en una repleta Iglesia de la Concepción, de Santa Cruz de Tenerife, constituyó un verdadero acto de repulsa antifranquista de las izquierdas tinerfeñas, cuyos militantes desafiaron las coacciones de los miembros de la BPS (que se apostaron en las puertas de acceso al templo, en un inútil intento de disuadir la entrada de la gente). Al término del funeral, la indignación de las y los asistentes se tradujo en una espontánea y muy numerosa manifestación de protesta, que entre gritos de "¡Libertad!", y "¡Matute asesino!" transcurrió por la Calle Villalba Hervás hasta que fue violentamente disuelta por policías de paisano, que utilizaron a tal fin cadenas y esgrimieron sus pistolas reglamentarias, apuntándolas hacia los manifestantes.
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