viernes, 6 de mayo de 2011

Sobran ellos*

LAS organizaciones sindicales del ámbito de las y los empleados públicos de Canarias CSC-OCESP han elaborado un comunicado, en formato "entrevista", cuyo contenido entendemos altamente instructivo, motivo por el cual tenemos el honor de reproducirlo y les invitamos encarecidamente a que lo lean con detenimiento, y actúen en consecuencia...




¿Es el empleo público el culpable del paro?

La crisis la crea el sistema financiero. Los bancos son salvados con dinero público -1.676 $ por cada ser humano sobre la tierra- y, ahora, esos mismos bancos exigen, para financiar la deuda que los Estados han contraído, más de lo mismo: desregular aún más el mercado laboral -llegando a la eliminación de los convenios colectivos-, desmantelar los servicios públicos privatizándolos y eliminar cualquier control sobre los capitales. El “déficit público” se presenta como el gran enemigo que impide la salida de la crisis; como única alternativa se presenta la reducción del Estado, eliminando los servicios sociales –curiosamente nunca se habla de reducir el gasto militar para reducir el déficit- y la eliminación del empleo público como gran solución para “volver a la senda del crecimiento y la creación de empleo”.

¿Qué es empleo público? ¿Por qué lo han convertido en el objetivo?

El empleo público da servicios a la comunidad, no produce mercancías para un mercado al que sólo se accede si eres solvente. Es un trabajo que crea riqueza social, que se redistribuye en forma de servicios. Una riqueza (educación, salud, servicios sociales, protección jurídica, etc.) que ni puede, ni debe ser apropiada individualmente por ningún empresario para beneficio propio.

¿El empleo público es un lastre “para salir de la crisis”?

Al contrario, entendemos que salir de la crisis es poner las bases de un modelo económico centrado en satisfacer las necesidades humanas, y no la de los mercados: el empleo digno –público o privado- ocupa el lugar central del debate.

Salvo los de credo neoliberal, que presenta el “déficit público” como el Gran Satán, todos los economistas entienden que el gasto publico es el instrumento principal para cualquier política económica anti crisis.

Los “estándares europeos” que nos han vendido, pidiéndonos sacrificios, nunca se han alcanzado y hoy nos hablan de “administraciones desmesuradas”, pero al mismo tiempo se pelean por quedarse con sus despojos convertidos en “mercado sanitarios”, “mercado universitario”, “mercado educativo”, etc. Piensa que, quien quiera servicios, que los pague, si no … ¡a la beneficencia!.

¿Por qué tenemos un sector público “ineficiente”?

La Administración pública es ineficiente, pero no por su naturaleza de “pública”, sino porque se la quiere mantener así. Una Administración que apenas se ha modernizado, y sobre todo democratizado, desde sus orígenes antidemocráticos. Pensada para “servir al Estado” y no a los ciudadanos, continua en esa situación gracias a un sistema político que no cree en lo público, que entiende que lo público está al servicio del partido ganador de las elecciones y de los intereses empresariales que representa.

Eso no se cambia eliminando la Administración (Bush proponía talar los árboles para evitar los incendios forestales), se cambia eliminando las políticas que no creen en lo público, que lo desprecian y apuestan por la supremacía de los privado. Estas políticas son las que terminan en corrupción, clientelismo y, en suma, en un desprestigio de lo colectivo que lo pagan siempre las mismas clases sociales, las que dependen de un salario.

¿Qué sobra en la Administración?

Sobran políticos y gestores que proclaman que no creen en lo público, que proclaman que “lo privado es lo eficiente”. Unos políticos que no creen en la sociedad, sino que el interés propio es el valor que lo mide todo.

Sobran sus desproporcionados sueldos, sus gastos superfluos y ostentosos, sus cortes de asesores, sus dietas, sus coches de lujo. Pero sobre todo sobran sus prácticas clientelares, los contratos para realizar tareas que deberían realizar los trabajadores y que recaen en “los amigos”, sus “errores” que terminan en cuantiosas indemnizaciones que vuelven a caer en los mismos amigos. Los mismos que se benefician de megaproyectos ya sea urbanísticos o supuestamente culturales; que se reparten los presupuestos públicos ya sea en la TV Canaria, en forma de productora o en sanidad y en enseñanza en forma de concierto, etc.

Sí,…

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