miércoles, 18 de mayo de 2011

Human Rights? Libya? IT’S THE ECONOMY, STUPID! Parte III*


Objetivo Gaddafi

L integrismo, de cualquier especie, necesita un malvado integral, un enemigo de tal naturaleza que pueda ser considerado responsable de toda la maldad y que, por lo mismo, se convierta en el objetivo a destruir. Los integrismos religiosos lo tienen fácil. Toda religión que se precie tiene, frente a su Dios, a su demonio, su diablo, casi todos con cuernos, rabo y olor a azufre. Hasta nuestros antepasados tenían su Guayota dentro de Echeyde y su Tibicena, aquel perro lanudo y malencarado que no tenía cuernos pero si rabo que nos arrebató la colonización. El integrismo político –que tiene per se carácter cuasi religioso, tanto que a veces, incluso, se solapan- tiene que crearlo ex profeso. Así, por ejemplo, los nazis eligieron a los judíos; el nacionalcatolicismo español al contubernio judeomasónico-comunista-separatista; los modernos fascistas de la supuestamente culta y sensible Europa a los inmigrantes, cuanto más oscuros mejor y los neocon, más amplios de objetivos, a todo bicho viviente que no comparta sus ideas...



No hay nada a quien mejor convenga la definición de “integrista” que al Imperio y hoy, Imperio, así con mayúscula, solo está el gringo con su componente neocon incluida. El Imperio quiere regirlo todo, con la ayuda divina desde luego: “In God we trust” impreso incluso en su símbolo patrio más valioso: el dólar. La suya tiene que ser la moral universal, su ética es “la ética” y su razón es “la razón”. El que no acepte esta verdad revelada es agente del demonio y, por ello, susceptible de recibir el fuego del infierno en forma de bombardeos con sofisticados marines como ángeles ejecutores que no pararán hasta acabar con el Satán de turno. Ya en 1983 el presidente Ronald Reagan proclamó a la hoy extinta URSS como “Evil empire”, el “Imperio del Mal” y, para prevenirlo, el “Imperio gringo del Bien” llenó a Europa Occidental de misiles con cabezas nucleares. Después de los cristianos y humanitarios bombardeos sobre Serbia hasta arrojar al diablo, el presidente George H. Bush declaró, en su discurso del Estado de la Unión de enero 2002 a Irán, Irak y Corea del Norte como “Axis of evil”, el “Eje del Mal” al que, un par de meses más tarde añadió a Cuba. Libia y Siria. Todos ellos son para el Imperio “rogue states” o “estados granujas” y, como clamaba en un discurso en la Virginia Military Institute el 17 de abril de 2002, “Estos estados representan al eje del mal y el mundo tiene que acabar con ellos”.

No juzgo yo aquí la calificación moral de estos “estados granujas”. La realidad es que Irán ahí sigue, erre que erre con su diablo M. Ahmadineyad aún intacto. Cuba, que ya resistió el embate imperial en Bahía Cochino y Playa Girón, anda más mal que bien con un embargo al cuello, y ya en Siria se empieza a ver el trabajo de acoso y derribo. Por su lado, Irak, sembrado de benefactor uranio empobrecido, va camino de “convertirse al bien” después del accidente legal que tuvo Hassan Hussein con una soga y de algo así como 1.200.000 iraquíes camino del cielo gringo según la estimación de muertos solo entre marzo de 2003 y agosto de 2007 realizada en estudios de campo por la Opinion Research Business en enero de 2008. De Corea del Norte, el entonces Subsecretario de Defensa yanqui y luego Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, en el transcurso de la “II Asia Security Conference” en Singapur el 31 de mayo de 2003, contestaba a la pregunta de ¿Cómo Irak si y Corea del Norte no? que “La diferencia más importante entre Corea del Norte e Irak es que, económicamente, en Irak no teníamos alternativa. El país nada en un mar de petróleo”.

Lo de Gaddafi y Libia arranca de más lejos. Ya Reagan venía desde 1980 manifestando que la política libia de apoyo a Palestina e Irán era “totalmente inaceptable”, por lo que, cuando en 1986, tras la muerte de un militar yanqui y dos civiles alemanes en un atentado con bomba en la discoteca “La Belle” de Berlín frecuentada por los marines del imperio, la administración USA culpa del mismo a los servicios secretos libios, aprovecha la ocasión y ordena el bombardeo de Trípoli, Sirte y Benghasi con 3 objetivos escalonados muy concretos: Causar la muerte de Gaddafi; provocar su derrocamiento si no se lograba este primer objetivo y, si esto tampoco se lograba, darle “una lección” al que denominó como “el perro rabioso de Oriente Medio”. Frente a las costas libias el Imperio gringo y sus aliados británicos concentraron 30 buques de guerra con los portaviones “América” y “Coral Sea” y más de un centenar de aviones con base en Gran Bretaña que el 14 de abril bombardearon las tres ciudades. Contra el complejo residencial donde vivía Gaddafi y su familia se dirigieron 4 bombas “inteligentes” dotadas de mini TV y guiadas por láser, de una tonelada de explosivos cada una, para destruir totalmente la residencia. El entonces secretario de Defensa yanqui, Caspar Weinberger declaraba que “eliminar a Gaddafi no sería un asesinato sino el cumplimiento de un deber y una acción perfectamente ética”. Gaddafi no estaba en el complejo pero allí, en el bombardeo, murieron 60 civiles, entre ellos su hija Jana, a la que mi querido amigo Francisco Tarajano dedicó un hermoso poema.

Desde Canarias, en ese momento, fuimos bastantes los que, aún en desacuerdo con muchos de sus postulados políticos, apoyamos a la Yamahiriya Libia, máxime cuando Gaddafi, tras el ataque, manifestaba que “seguiremos apoyando a todos los pueblos que luchan por su libertad”. Aunque hoy algunos destacados independentistas no solo no lo reconozcan sino que, incluso, renieguen virulentamente de ese apoyo, los que luchábamos por la independencia de esta tierra hicimos lo que estaba en nuestras manos para ello. En lo que personalmente me compete, un mes después, el 25 de mayo, con motivo del “Día de África”, el Centro “Amílcar Cabral” que yo presidía celebró en la Universidad de La Laguna un acto de apoyo con la asistencia de miembros de los Comités Revolucionarios Libios y del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, acto en que Francisco Tarajano leyó su poema dedicado a Jana Gaddafi y en el que se repartieron ejemplares del “Libro Verde” a los asistentes. También asistí, representando al Centro “Amílcar Cabral” y al FREPIC-AWAÑAK –del que entonces era Secretario General-, los días 5, 6 y 7 de julio en La Valetta –Malta- al I Simposium que organizó el Comité Maltés por la Paz presidido por el veterano luchador antiimperialista y premier maltés Dom Mintoff, con la presencia de más de 25 organizaciones de Asia, África y Europa que, unánimemente, expresaron “la condena del terrorismo de estado practicado por USA, manifestado una vez más por la bárbara agresión contra la Yamahiriya Libia, y rechazan la pretensión colonialista de identificar como de naturaleza terrorista a lo que son Movimientos de Liberación…..Muestran todo su apoyo a la lucha contra la presencia colonial en el Norte y Noroeste de África y en el área mediterránea”.

De todas formas, la relación Libia-Canarias no fue nunca fácil. Desde que en agosto de 1984, Libia y Marruecos firmaran el Tratado de Uxda, el régimen de Gaddafi, involucrado además en la Guerra del Chad apoyando a Goukouni frente a Hissen Habre y Francia, había dejado de lado el apoyo a la causa del Frente POLISARIO ya que Marruecos no admitía reparos a la anexión del antiguo Sáhara Español, pero la ruptura por Marruecos en septiembre de 1986 del acuerdo hace que Gaddafi, en declaraciones en enero del 87 a la revista francesa “Politique Internationale” reproducidas por “Cambio 16” y posteriormente por casi toda la prensa española y canaria, califique a su ex-aliado Hassan II de “soberano reaccionario y feudal” y recupere para el Polisario el calificativo de “Movimiento revolucionario en el Maghreb árabe” y que su interés era “ver nacer en la región una fuerza capaz de destruir al feudalismo monárquico artificial y el poder norteamericano”. Consciente de la escasa población saharaui y de lo que eso implicaba, proponía como solución “que el Polisario y el partido nacionalista de las Islas Canarias –no se refería al PNC sino al independentismo organizado en Canarias, en ese entonces solo CNC y Frepic- constituyan un partido político unificado porque el Sahara Occidental y las Islas Canarias son parte de la misma zona geográfica. Deben reunir sus fuerzas para vencer al imperialismo español y fusionarse en un único y verdadero estado”. La idea suscitó, como es lógico, el rechazo de los partidos españolistas en Canarias. Solo contó con el apoyo público de Antonio Cubillo que, en prensa canaria y en Radio Canarias-Antena 3 declaraba que “desde 1960 publiqué en la revista Afrique-Asia la idea de la Federación Canarias-Sahara” que luego toma Gaddafi. Cubillo, que ejercía de abogado en un caso de embargo sobre pesqueros libios de la empresa “Lispafish” en el Puerto de La Luz, declaraba también que “mantengo buena amistad con Gaddafi y la idea de la Federación Canarias-Sahara servirá fundamentalmente para controlar las aguas de la zona y todo el banco pesquero canario y sahariano”. Entre el FREPIC -que no aceptaba ningún proyecto federal sin la previa independencia de los estados a federar- y los representantes de los Comités Revolucionarios Libios se rompieron las relaciones por la aseveración cainista que hizo algún destacado independentista al representante de los CRI, Abdul Karim Nass, de que el FREPIC era “una creación de la policía española”, herramienta de desprestigio ampliamente usada en algunos sectores del independentismo canario. A partir de ahí solo he tenido contactos directos con los activistas imazighen libios que vinieron al Congreso Mundial Amazigh en Tafira y con compañeros tuareg del Fezzan que protestaban contra la persecución cultural que sufrían por el régimen libio, que esa si me consta.

Todo lo que sabemos sobre la vida en Libia y el carácter de su régimen nos procede de los llamados “mass media” y estos son poco proclives a la verdad desnuda y crítica que pueda afectar a los intereses económicos que los rigen. Por ello no puedo emitir una opinión seria sobre lo que allí pueda estar sucediendo y, de hecho, poca gente fuera del país puede seriamente hacerlo, máxime cuando la figura de Gaddafi, al menos desde una óptica no libia, tiene tintes que se prestan a la caricaturización y parecen indicar un acusado egocentrismo que lo hace blanco fácil de ataques mediáticos. Su figura, en una etapa en que nacionalizaba el petróleo, apoyaba a movimientos de los que el poder establecido denomina como terroristas, y formaba parte del “eje del mal” se convirtió, por obra y gracia de la opinión publicada occidental, en el prototipo de demonio arabo-africano perverso, sobre todo a raíz del atentado de Lockerbie en el 88, las sanciones de la ONU contra Libia y el imperial bloqueo desde el 92 al 2003. Desaparecida la URSS las posturas antiimperialistas libias tenían difícil soporte, el aislamiento internacional y la caída de los precios del petróleo de los 90 al 2000 resultaba un duro hándicap para el régimen que propicio un programa reformista en su economía hasta ese momento fuertemente estatalizada, desmontando así gran parte de su especial modelo “socialista” que, al menos desde fuera, no entendíamos por su específico rechazo a la existencia de las clases sociales. El gobierno libio da entrada de nuevo al capital extranjero en la explotación petrolera, desmantela sus misiles y renuncia al apoyo a movimientos revolucionarios, lo que unido a millonarias indemnizaciones y concesiones a los capitales foráneos logran la transmutación alquímica capaz de convertir a un demonio declarado de nuevo en “el líder libio” algo extravagante, con vestidos de opereta, que plantaba su jaima en El Pardo, almorzaba en La Moncloa con el presidente Zapatero, se abrazaba en La Zarzuela con su amigo Juan Carlos, regalaba caballos árabes a Aznar, asistía a banquetes oficiales en El Elíseo con Sarkozi y era recibido en Bruselas por el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi. El aura antiimperialista de Gaddafi se desvaneció ante los resultados de las visitas a Libia de políticos europeos, que comenzaron con el presidente español Aznar en 2003, continuaron con Tony Blair –que se trajo a Gran Bretaña importantes contratos para la Shell- el canciller Schröeder –interesado en transportes e infraestructuras- Chirac, Berlusconi o la Condoleeza Rice y el rey Borbón…..todos ellos profusamente acompañados de los buitres empresariales que olfateaban copiosos beneficios. Se privatizaron múltiples empresas estatales y el dinero libio corría por las venas empresariales del imperio y sus satélites europeos, desde la española Repsol, la italiana Agip, las francesas Total y Suez, las británicas British Petroleum y Shell o las yanquis Hess, Exxon, Chevrón y Conocco Philips, pero también lograba que el país fuera el de mayor nivel de vida y de Índice de Desarrollo Humano de todo el continente africano. Ese elevado nivel de vida comparado con los de sus dos vecinos Túnez y Egipto hacía sumamente improbables que los movimientos populares de estos dos países se trasladaran a Libia, hasta tal punto que el analista y escritor argelino Mohammed Moulessehoul –conocido por su seudónimo de Yasmina Kahdra, en realidad el nombre de su esposa- opinara en “El País” el 4 de febrero que “Para Libia, la cuestión ni se plantea. Para los libios, Gadafi no es un dictador sino un líder iluminado. Tardaremos en ver sumidas en la cólera a las calles de Trípoli”.

La profecía no aguantó un mes. No contaba con que los gringos se tomaban en serio sus renacionalizaciones y el incremento de la parte del estado libio en sus negocios, por ello, un buen día nos despertamos con la noticia de que el pueblo libio se había “movilizado contra el dictador” y había sido inclemente y criminalmente bombardeado por los “sicarios extranjeros” a sueldo de Gaddafi, y eso que, como todo el mundo sabe, solo las tropas yanquis en Irak o Afganistán tienen bula para usar sin desdoro a inmigrantes latinos no ciudadanos imperiales como carne de cañón. La noticia, mil veces repetida por los medios de información publicada, indigna a todo el orbe cristiano y hasta al más retrógrado musulmán del Golfo petrolero, aunque las agencias gubernamentales rusas desmientan por la observación satelital de la zona que existieran tales bombardeos. A los pocos días ya aparecían tanques, armamento antiaéreo y milicias armadas por todo el este libio –la antigua Cirenaica- enarbolando la bandera del rey Idris y sin que nos preguntemos ¿de donde salieron tantas banderas de la noche a la mañana? En menos de una semana y sin que nadie aporte pruebas de lo que sucede, más de un centenar de discursos sobre derechos humanos y protección de la “masacrada población civil” rellenan las agendas de la ONU y de Ginebra. El dócil Consejo de Seguridad, con Ban Ki-moon a su frente presa de ardor guerrero, con la débil oposición de Rusia y China –miembros permanentes del Consejo con derecho a veto- y en contra del artículo 2.7 de la Carta de la ONU que establece que sus miembros “no podrán intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados” acuerdan, por 10 votos a favor y las abstenciones de Rusia, China, Alemania, Brasil e India, aprobar la Resolución impulsada por Líbano –único país árabe en el Consejo- USA, Reino Unido y Francia, según ellos a petición de los países golfopetroleros como Bahrein y los EAU, de declarar una “Zona de Exclusión Aérea” que les permita derribar cualquier avión libio y bombardear todo lo que se mueva, supuestamente, como dice la resolución “para proteger a los civiles y las áreas pobladas por civiles bajo ataque en libia, incluido Benghasi”, todo ello, como declaró uno de los miembros del Consejo, precisamente el libanes, “a causa de los crímenes atroces en contra de su pueblo que cometen las autoridades libias” que, hasta la fecha, siguen siendo solo parte de esa “verdad” creada y publicada por los medios de los países implicados, incluido por supuesto España, y de la que estamos esperando una comprobación imparcial como solicitó el gobierno libio.

La “protección a los civiles y las áreas pobladas” de la Resolución debe estar escrita en un idioma solo entendible por el imperio y sus acólitos –España incluida, con sus aviones, sus fragatas, sus submarinos y unos 500 soldados destacados al efecto- porque no parece ser la realidad. Más allá de los intensos bombardeos sufridos por el ejército y las defensas militares del territorio controlado por el gobierno, la destrucción del país y sus infraestructuras se parece cada vez más a las inmediatas anteriores intervenciones militares del imperio (Serbia, Kosovo, Irak, Afganistán). Tal vez es que Trípoli o cualquiera de las poblaciones libias atacadas por el imperio no tengan “civiles”. Tal vez es que todos sus habitantes son “mercenarios de Gaddafi” y, por ello, objetivos a eliminar. O tal vez es que la cruda realidad es que se ha ido a acabar, no solo con Gaddafi, sino con cualquier intento de posterior oposición al reparto imperialista del petróleo –y el uranio- que posee Libia. Por mi parte me quedo con las declaraciones de Monseñor Martinelli, Arzobispo de Trípoli, sobre lo que está viviendo en esa ciudad, hechas a Alberto Tundo de Peace Reporter que reproduce, “Rebelión” (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=128432). Para el Arzobispo, que, por supuesto no es ni libio ni musulmán, los bombardeos indiscriminados de la OTAN son una realidad asesina pero, tal vez como antes decía, es que ni siquiera el Arzobispo es un “civil a proteger”. Vayan su palabras: “Lo que sucede es lo que la OTAN decide que suceda. Las bombas están cayendo sin cesar”…” Las bombas están cayendo sobre viviendas, y qué cree yo deba pensar: ¿que son víctimas falsas? Las bombas están cayendo sobre los hospitales. ¡Venga a verlo! Dígale a los responsables que vengan a ver lo que están haciendo sus bombas que caen junto a las viviendas. Los niños mueren, los ancianos mueren. Ahora mismo, en Marsa El Brega ayer murieron sesenta imanes, hombres de religión. No son cuentos, basta venir a verlo y constatarlo..... La televisión está documentando constantemente lo que sucede, las muertes de inocentes. Luego, de noche, es una cosa imposible: toda la noche parece que haya un terremoto. No entiendo qué es lo que quieren atacar todavía, por qué golpean instalaciones civiles.”. Su opinión sobre las noticias de prensa occidentales es categórica: “son todo mentiras para hacer el juego y encubrir lo que la OTAN está haciendo con sus bombas. La Alianza se ha negado incluso a una tregua para dar un respiro a la población, a pesar de los llamamientos de la ONU y el Santo Padre. Día y noche siguen los bombardeos, no podemos siquiera dormir. Continuar los bombardeos es algo inmoral”

Desde luego que lo que dice el religioso católico puede ser sometido al mismo criterio de duda que lo que publica los mass del imperio, pero me merece más confianza dado que el buen señor no tiene intereses petroleros, y que su superior jerárquico, el Papa, más bien parece cojear del lado progringo que del de “el demonio” Gaddafi.

*Francisco Javier González

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario se publicará una vez visto por el Moderador. Gracias por escribir. Ahul