Se estremeció, agitó con un relincho su cuerpo alcanzado por un proyectil. Javier Fernández Quesada ni lo esperaba, ni, cuando dejo las sábanas en aquella neblinosa mañana, se le pasó por la cabeza recibir un experto tiro en el mismo corazón. Un frío intenso penetró en su pecho, sus esencias vitales se esparcían con la brisa fresca de aquel pendenciero mediodía; un chasquido bronco le robaba la conciencia, sus esencias volaban lejos del cuerpo...