N Tenerife, ni siquiera lo intentaron… UGT renunció a convocar acto reivindicativo de tipo alguno (manifestación, concentración….), limitándose a intentar celebrar una “fiesta” en la “Plaza del Príncipe” de Santa Cruz, donde colocó “chiringuitos” con comidas y bebidas “gratistotal” en cantidad suficiente para abastecer a un ejército… y sólo pudo reunir a una cincuentena de personas (niños, abuelos y demás familiares y adheridos de última hora incluidos): eso en un lugar y a unas horas en las que, normalmente, suele haber una nutrida concurrencia de “domingueros”. Los sucesivos y cada vez más patéticos llamamientos de los organizadores a través de los Altavoces a la gente que pasaba por ahí para que se sumaran al (supuesto) “tenderete”, lo único que consiguieron fue que las y los “habituales” del lugar optaran por cambiar de ubicación, lejos del atronador ruido (con decibelios “carnavalescos”) de las “pachangas” programadas por los “DJ’s” contratados para la ocasión. Tal “ambientazo”, naturalmente, motivó que los dirigentes “ugeteros” obviaran (olvidaran, quizás) el trámite de “largarse el discurso primeromayesco de rigor”. En la misma Isla, CCOO huyó cobardemente de la Capital como alma que lleva el diablo, convocando a última hora una fallida “manifestación” que tenía previsto partir desde las afueras de un conocido Hotel del Sur de la Isla, y “acto” en el que no hicieron acto de presencia, ni siquiera, los miembros del Comité de Empresa nominalmente adscritos a CCOO en ese Centro de trabajo. Éxito total, como se puede deducir…
En Las Palmas de Gran Canaria, los resultados prácticos de la convocatoria conjunta de los sindicatos españoles (supuestamente “mayoritarios”) merecen un término: ridículos...
En contraste, el sindicalismo no sumiso canario celebró actos reivindicativos que se tradujeron en las calles de Las Palmas y Santa Cruz en Manifestaciones en las que participaron muchos cientos de trabajadores y trabajadoras, y en Fuerteventura y La Palma en actos cargados de ambiente combativo. Todos ellos pudieron (y debieron) ser mucho más participativos, sin duda alguna (para las necesidades reales de esta tierra), pero también resulta indudable que estamos ante actos imprescindibles y de resultados globalmente positivos. Se hace camino al andar, y en estos tiempos que corren (de reflujo y desconcierto del movimiento obrero, ante la traición de la socialdemocracia colonialista), bueno es perder absurdos “miedos escénicos”: nuestra clase trabajadora debe ir visualizando que existe un sindicalismo alternativo, antagónico a la podredumbre que representan las sucursales coloniales de los sindicatos de la metrópoli.
Se trata de una cuestión de pura supervivencia.
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