miércoles, 30 de noviembre de 2011

Viva Botín*


HACE apenas un par de días, reproducíamos en nuestro Blog un artículo publicado en el periódico "El Día", cuyo título era "Un indulto infame", firmado por Ricardo Peytaví. Hoy reproducimos otro, publicado en el periódico "Diario de Avisos", firmado por Alfonso González Jerez, y escrito que viene a añadir una serie de procedentes consideraciones sobre el asunto objeto del artículo citado al inicio. Ocioso resulta aclarar que la línea editorial de este Blog y la ideología de los periodistas cuyos trabajos se trascriben no resultan, precisamente, coincidentes. Sin embargo, hay iniquidades que cualquier persona, más allá de su concreta adscripción política o ideología, puede constatar. Estamos ante una de ellas, por lo que recomendamos que sigan con la lectura del excelente trabajo periodístico de González Jerez...





Mientras Alfredo Pérez Rubalcaba dibujaba en los mítines, con sus largos dedos de pianista viudo, la estampa de un PSOE que exigiría impuestos extraordinarios a los bancos y a las grandes fortunas, Rodríguez Zapatero y Emilio Botín mantenían la misma conversación amistosa de los últimos meses. En realidad, no se trataba de una conversación, sino de un amable requerimiento, respondido con invariable aunque tardona solicitud por el presidente del Gobierno. El indulto, presidente. Para cuándo el indulto, presidente, para un hombre que tú sabes que es uno de los mejores directivos bancarios de este país, un tipo con prestigio internacional, un amigo sin el cual la expansión en Europa y América de este banco, presidente, que es la espina dorsal de nuestro sistema financiero, hubiera sido impensable. Y el presidente le aseguraba al señor Botín que se trataba de una cuestión de tiempos, ya sabes, Emilio, que en política, como en finanzas, el control de los tiempos lo es prácticamente todo -yo soy un ejemplo inmejorable. En los mítines hablaba Felipe, hablaba Alfonso, hablaba Rubalcaba, para señalar que sí, que la situación había exigido sacrificios, pero que ni un paso atrás, y que los más privilegiados tendrían que pagar más, sí señor. De vez en cuando sonaba, como un chasquido cada vez más imperioso, el teléfono móvil del presidente del Gobierno. El indulto, presidente, el indulto. Querido Emilio, saldrá en el próximo Consejo de Ministros. Y salió, por supuesto.

El Gobierno concedió la gracia del indulto a Alfredo Sáénz, consejero delegado del Banco de Santander, sobre el que pesaba una condena de tres meses de arresto e inhabilitación temporal por un delito de denuncia falsa. La sentencia había sido confirmada por el Tribunal Supremo, que argumentó además su oposición explícita al indulto. Gracias a la denuncia falsa urdida por Sáenz y otros dos cómplices, asimismo indultados, tres empresarios fueron detenidos y enchironados durante varios meses. El indulto a Sáenz no lo han impuesto los mercados, ni la situación de la prima o la cuñada de riesgo, ni la estrategia política de la Comisión Europea, ni el Tratado de Lisboa, ni el déficit fiscal, ni la canciller Ángela Merkel. El indulto a Alfredo Sáenz es una sórdida decisión política, la cagarruta hecha primoroso lazo que culmina un Gobierno farsesco que ha tenido en la élite bancaria un invitado permanente a la mesa donde te dejan sentarte cuatro, seis, ocho años para aprender a diferenciar la cucharilla de postre del cuchillo de pescado y que lo pases bien en León, muchacho, contigo sin problemas, que te ampliamos la hipoteca a un plazo razonable. Han perdido todo crédito político, y solo faltaba que un sujeto como Bono proclame que, para ser secretario general del PSOE, hay que saber gritar vivaespaña. Y viva Botín, gañán zampabollos, y viva Botín.

*Alfonso González Jerez (Diario de Avisos)

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