martes, 7 de diciembre de 2010

La jauría*

N amigo se encoge de hombros y musita: “Pero si esto es lo que siempre repiten los socialdemócratas en coyunturas de crisis: hacerle el trabajo sucio a la derecha”. Mi amigo, al fin y al cabo, es un optimista. Todavía piensa que esto es una crisis, no una mutación histórica que acabará, más pronto que tarde, afectando a los sistemas políticos democráticos, a la titularidad pública de los servicios sociales y asistenciales, a nuestra visión de nosotros mismos y a la definitiva obsolescencia de los propios valores socialdemócrata. Esto no es una crisis cíclica, sino una crisis estructural, y en la noche oscura de los mercados todos los gatos son pardos, lleven cascabel liberal, conservador o socialdemócrata...


José Luis Rodríguez Zapatero (como Papandreu en Grecia o Sócrates en Portugal) lo ha vuelto a demostrar, al igual que ha vuelto a desdecirse después de afirmar hace un par de semanas que el Gobierno no contemplaba nuevas medidas de ahorro. A partir de febrero los parados de larga duración dejarán de percibir los 426 euros de ayuda. Los mismos 426 euros que la exvicepresidenta, Fernández de la Vega, garantizó que se prolongarían “mientras fuera necesario”. Alrededor de 600.000 personas en España (y varias decenas de miles de ciudadanos en Canarias) se quedarán sin un duro para enfrentarse al desempleo. Los sociólogos explican que la supervivencia de los desempleados pivota, precisamente, en dos soportes: los subsidios y la solidaridad en el ámbito familiar. A esta cantidad de personas al borde del abismo de la mendicidad habrá que sumar -según los cálculos de las centrales sindicales- otras 250.000 a finales del próximo año si la creación de puestos de trabajo sigue en negativo o simplemente estancada.

Respecto a la solidaridad de las redes familiares, los rumores acerca del recorte de las pensiones -los abuelos representan un recurso económico nada despreciable para las familias desempleadas- señalan que el Gobierno se plantea un recorte medio del 10% a partir de enero, sin perjuicio de seguir metiendo tijera si los malabarismos para ajustar el déficit fiscal así lo demandan. En un viejo cuento ruso, una madre escapa con sus hijos de una jauría de lobos conduciendo vertiginosamente un trineo. Como ve que las bestias se acercan empieza a sacrificar hijos tirándolos al camino. Rodríguez Zapatero nos está echando a los lobos sin pestañear, ni siquiera a la hora de mentir. Lo hace con una sonrisa de circunstancias. Mariano Rajoy lo haría fumándose un puro. Es la única diferencia.



*Alfonso González Jerez

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