lunes, 22 de agosto de 2011

Ante el próximo “Día de la Bandera Nacional Canaria” (22-O): ¿Es necesaria (y en su caso, posible) la unidad de acción del campo nacional-popular canario?



Manifestación de Aguere, 22 de Octubre de 2009

HACE ya casi 15 meses, concretamente el 7 de Mayo de 2010, publicamos en este mismo Blog un artículo cuyo título rezaba “¿Independencia sin socialismo?” y escrito en el que, tras realizar un somero análisis de las diferentes posiciones político-ideológicas que conformaban lo que denominamos “campo nacional-popular canario” finalizaba con la siguiente reflexión: “La pluralidad no nos va a debilitar; más bien lo contrario, su natural manifestación va a servir para sumar”…




Nuestra reflexión tenía por motivo los acontecimientos ocurridos en las dos primeras Manifestaciones unitarias independentistas celebradas, respectivamente, en Octubre de 2009 en Aguere y en Marzo de 2010 en Las Palmas. Ya por aquél entonces era un “secreto a voces” que en el transcurso de la primera Manifestación (la de Aguere) se habían producido una serie de incidencias que habían creado malestar entre la mayoría de las personas sobre las que había recaído el peso de la convocatoria, así como en los dos grupos convocantes (Inekaren y Azarug). No entraremos en detalles: señalemos grosso modo que entre la izquierda independentista (con mucho, la que había aportado el grueso de participantes –antes y durante el acto-) no gustó nada que, al cabo, el protagonismo del acto (y por consiguiente, el mensaje que se transmitió a nuestra sociedad –“mass media” mediante-) lo asumieran, en la práctica, “los de siempre”: personas y organizaciones situadas en posiciones ideológicas ambiguas (supuestamente “aclasistas”), por no calificarlas directamente de derechistas; es decir, defensoras de una especial fórmula de “interclasismo” que, en la práctica, asigna a la Burguesía criolla el papel de clase dirigente (o hegemónica) del movimiento de liberación nacional, y relegaba a la Clase trabajadora (la mayoría social de esta tierra) a un papel subalterno (de “peones de brega”), cuyas reivindicaciones de Clase y exigencias de cambio social (manifestaciones naturales de la lucha de clases) tendrían que ser acalladas, al objeto de no “asustar” a esos sectores burgueses que (siempre según la concepción derechista de esas organizaciones) eran llamados a dirigir, en esta etapa, el proceso de descolonización hasta la creación de un Estado independiente.

El caso fue que la Manifestación de Aguere de Octubre de 2009 no transmitió el mensaje novedoso, la nueva imagen del independentismo (pegada a los concretos problemas de esta tierra y este pueblo, alejada de planteamientos irracionales y actitudes folkóricas) que pretendían implementar las organizaciones convocantes, o así al menos fue percibido por las mismas…

El problema se reprodujo en la Manifestación de Las Palmas de marzo de 2010, sólo que multiplicado. En aquella ocasión, el propio proceso de preparación de la Manifestación estuvo salpicado de imposiciones en las que se impelió a la izquierda independentista (en nombre de un concepto equivocado de “unitarismo”) a hacer renuncia expresa de todos los factores identificatorios de su posición ideológica en favor de las clases trabajadoras, y ello quedó reflejado en el texto del nuevo Manifiesto de convocatoria, que vino a “purgar” minuciosamente cualquier referencia a la necesidad de un cambio social en favor de otro sistema económico más igualitario y equitativo para los intereses de nuestra Clase trabajadora, como consecuencia aparejada al propio proceso de liberación nacional. Ello bajo el ya manido argumento de “aplazar” dichas reivindicaciones clasistas para “la etapa siguiente” (la “post-independentista”). 

El desarrollo de la propia Manifestación estuvo salpicado de múltiples pequeños incidentes (consecuencia de la imposición de una cadena de prohibiciones, y actitudes autoritarias, dirigidas todas ellas a evitar que la cosa "se desmadrara" -lo que para los derechistas significaba que se pudiera identificar el acto como "algo de izquierdas”), lo que derivó en un alto grado de tensión interna que, finalmente, y con posterioridad, hizo saltar por los aires todo el entramado “unitario” construido, rompiendo los puentes y vasos comunicantes de los sectores idelógicos existentes dentro del campo del independentismo político (derecha e izquierda), y dando lugar a los acontecimientos posteriores por todos conocidos.

¿Qué sectores sociales forman parte del campo nacional-popular canario?

El campo nacional-popular canario, tal como nosotros lo concebimos, está formado por todas aquellas clases y sectores de clase objetivamente interesados en un proceso de descolonización que culmine en la Independencia política de nuestra tierra; emancipación política que sólo será posible en la medida que lleve aparejada una serie de profundos cambios estructurales de índole social, cultural y económicos tendentes a invertir el carácter históricamente enajenado, dependiente, desarticulado y extravertido de nuestro sistema socioeconómico; terminar con las tremebundas desigualdades sociales propias de un Sistema capitalista como el actual, sumido en una crisis histórica que está acarreando terribles consecuencias para las mayorías sociales; construir un modelo de desarrollo respetuoso con nuestro medio ambiente, y en fin, implantar una democracia de carácter progresista y participativa, en la que las clases populares sean las propias protagonistas del cambio social. El campo nacional-popular, pues, estará formado por la clase trabajadora canaria (principalmente), así como por los pequeños propietarios empobrecidos y violentados en sus derechos, dada la tendencia al monopolio y a la concentración propia del Sistema (y más aún en momentos de crisis), así como por sectores profesionales y de la intelectualidad que opten por las clases populares en el proceso de la lucha emancipatoria, etc…

Del campo nacional-popular canario queda excluida (en el nivel interno) la burguesía canaria. Y nos explicamos: cuando hablamos de “burguesía canaria” estamos hablando de aquellas clases y sectores de clase que forman parte del actual Bloque dominante: a falta de una auténtica burguesía nacional (inexistente en un territorio como esta colonia, que carece de un mercado nacional propio) esas clases dominantes la forman las burguesías insulares (o si se prefiere, las oligoburguesías insularistas) vinculadas a actividades lucrativas (productivas o no) que por su propia naturaleza extravertida resultan dependientes (de las clases dominantes españolas, o en su caso, de aquellas otras que se apresten a sustituirlas a cambio de respetarles sus privilegios): ellos son el enemigo de Clase interno a batir pues su alianza con el colonialismo (y en su caso, con el neo-colonialismo) está fundada en lazos que, para ellos, son aún más importantes que los de la sangre: está fundada en el capital, en el afán de lucro…

Las expresiones ideológicas y políticas del campo nacional-popular

En el artículo que citábamos al inicio, ya expresamos algunas cuestiones que seguimos manteniendo:

-Cada Clase social, en función de sus intereses de Clase, tiene su específico planteamiento cosmogónico, su particular visión de cómo es y cómo debe ser la realidad social en que se desenvuelve: a eso se le llama "ideología". A partir de esa ideología, cada Clase social construye sus tácticas y estrategias de intervención social: a eso se le llama "política". Es un hecho científico, contrastado empíricamente, que cada Clase, en el curso de la lucha política e ideológica, tratará de imponer su hegemonía sobre las demás (es un fenómeno inherente a la propia existencia de la Clase).

Lo dicho significa, ni más ni menos, que si en la lucha contra el colonialismo convergen Clases sociales que, a su vez, tienen intereses contradictorios entre sí, lo lógico será que tales intereses de Clase se traduzcan en posicionamientos ideológicos y políticos diversos. Tratar de negar esa realidad objetiva es adoptar la "táctica del avestruz". Y en el caso de los que pretendan representar a la clase trabajadora, esa táctica es suicida, y la llevará directamente a ser "engullida" o abducida por el enemigo de Clase (aunque sea "aliado circunstancial").

-¿Significa lo anterior que no hay espacio para la convergencia, en torno a un Programa Unitario, de aquellas Clases y sectores de Clase que estén interesadas en luchar contra el colonialismo (aquellos que definimos como “el campo nacional-popular”)?: de ninguna manera. La alianza interclasista de todos los sectores populares objetivamente interesados en sacudirse el yugo colonial, no sólo es posible; es además necesaria y hasta imprescindible, si queremos acumular las suficientes fuerzas que nos permitan enfrentar a un enemigo tan formidable, en unas condiciones debilidad como las que nos encontramos.

Pero eso es una cosa (avanzar juntos hasta donde nos sea posible, en torno a un Programa común), y otra muy distinta es la pretensión de censurar la natural expresión de las diversas corrientes ideológicas (y por consiguiente, políticas) que forman parte de la Alianza anticolonial. E intolerable resulta reprimir (a través de diversas actitudes coercitivas) su libre exposición pública, tal como pasó en las dos primeras Manifestaciones por la descolonización celebradas en Tenerife y Gran Canaria.

Tal como expresamos antes, la afirmación de la "inexistencia" de contradicciones de Clase (o lo que es lo mismo, plantear la posibilidad objetiva de "aplazar" su manifestación, en la lucha por la hegemonía, respetando la pluralidad del conjunto), en función de un "interés supremo" (por ejemplo, "la Patria", tomada como una abstracción, y no como un hecho histórico formado por personas, territorio y relaciones sociales tomadas en sentido amplio) es un fenómeno típico y tópico de la ideología irracional burguesa y pequeñoburguesa.

La posible celebración de un acto conjunto para el próximo 22 de Octubre (“Día de la Bandera”). El papel que puede jugar Intersindical Canaria, tendiendo puentes.

Parafraseando lo ya dicho en nuestro artículo de Mayo de 2010, insistimos en que el camino de convocar Movilizaciones en torno a un planteamiento político unitario (la descolonización, el derecho a la autodeterminación...), capaz de ser asumido por diversos sectores de Clase en Canarias, es perfectamente correcto. Pero los Programas tácticos unitarios deben ser consecuentes con la correlación de las fuerzas sociales que están dispuestas a sumarse a la lucha común: y en Canarias, el tiempo de la Oligarquía Insularista (como posible agente social destinado a construir la nación propia) pasó hace ya muchas decenas de años (de hecho, más de un Siglo), por lo que el conjunto de las fuerzas sociales susceptibles de ser sumadas a la lucha por la Independencia (que no son otras que las llamadas "clases populares"), deben ser dotadas de un Programa progresista, que no ignore las aspiraciones emancipatorias de la mayoría social. ¡Y desde luego!, que no insista en asfixiar la libre expresión práctica de aquellas organizaciones de la izquierda independentista que quieran sumarse (porque éstas son la columna vertebral del movimiento).

El independentismo canario, como consecuencia de su debilidad política e ideológica se encuentra disperso y altamente atomizado en cuanto a sus expresiones políticas organizadas. Este es un fenómeno común tanto en los sectores conservadores o derechistas, como en los sectores de izquierda. Además, como ya dijimos antes, los “vasos comunicantes” Están virtualmente rotos, hasta el extremo de que aquí, nadie se fía de nadie…

En esa tesitura (y sin menospreciar el papel que le podría corresponder a otras organizaciones sindicales de ámbito nacional, y muy concretamente al FSOC en Gran Canaria), lo cierto es que, frente a la desbandada política (mayor en unas organizaciones que en otras, ciertamente), Intersindical Canaria puede jugar, en estos momentos, un papel clave a la hora de intentar restituir unas mínimas condiciones que permitan sentarse a hablar (¡por lo menos a eso!) a todas las fuerzas que se consideran parte del movimiento de liberación nacional canario, y así sondear la posibilidad de establecer unos mínimos que permitan marchar juntos el próximo Día de la Bandera Nacional. Decimos esto, en el bien entendido de que esa posibilidad tendrá que pasar por superar errores del pasado, lo que significa que lo único que, en nuestra opinión, debería estar prohibido (al menos como planteamiento de entrada) fuera introducir el verbo “Prohibir”.

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