Esta es la última Entrada que reflejó en su Blog antes de su “disolución en la nada” D. José Saramago, comunista universal consecuente (esto es una especie de "encadenamiento de redundancias", pero la expongo a propósito), gigante de la literatura universal, alguien a quien nada de lo humano le resultaba ajeno, y hombre que dio siempre la cara ante las adversidades."Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte"
La “nada”: territorio inmenso donde sólo habitan los escogidos; porque incluso para ser parte ese no-espacio, existe un procedimiento selectivo bien reglado, donde quedan excluidos los malos, los rematadamente malos y los mediocres: todos esos se van a la mierda, que es cosa distinta...
Como sé que D. José Saramago concebía su obra, esencialmente, como parte de una tarea pedagógica (sí, señoras y señores: ese gigante intelectual se consideraba “atado a un deber de educación y subversión de alienaciones”), y aún siendo consciente de que este concreto espacio bloguero es un territorio muy centrado en cuestiones tan prosaicas como son intentar introducir planteamientos subversivos (mediatos) en un territorio tan desfavorable como es la lucha por los problemas inmediatos de la gente, quisiera aprovechar la ocasión para refutar (de forma oportunísticamente telegráfica, -si alguno quiere calificarlo de tal manera-) algunos “planteamientos” que tan de moda están entre un sector de la gente luchadora y combativa, y que les están causando graves daños a su capacidad de emancipación, como personas y agentes sociales que son: me refiero, naturalmente, al “elogio de la incultura”, que se refleja, por ejemplo (y utilizo esto a los solos efectos "provocadores") en muchos temas del repertorio del cantante revolucionario venezolano Alí Primera (magnífico y digno de admiración, por muchos otros motivos).
Me acuerdo, por ejemplo, de esa nefasta, castradora intelectualmente y pequeño-burguesa (por paternalista) canción que trataba de “hacer de la necesidad virtud”, y ponía en boca de un supuesto revolucionario de origen humilde los siguientes versos: “Usted me perdona Don / Yo no sé filosofar…”, y a partir de ahí seguían una serie chorrescos y fariseicos pareados, a través de los que se trataba de justificar que “no había que estar preparado intelectualmente”(estudiar los asuntos, saber pensar, “filosofar”...), para realizar las tareas propias de un revolucionario.
D. José Saramago, partiendo de orígenes muy humildes, no se conformó nunca con semejantes piropos a la holgazanería intelectual. Por eso, hoy y durante mucho tiempo, será considerado un autor subversivo especialmente corrosivo para los fundamentos ideológicos del Sistema, capaz de refutar a la reacción partiendo de sus propios códigos.
Y además, este descomunal e irreductible intelectual, nos hizo el inmenso honor de escoger una de las Islas de nuestra tierra para transitar su última etapa vital. No sólo eso: decidió que parte de sus nobles cenizas, además de en su pueblo natal, sean esparcidas en Tías, el pueblo que escogió para pasar sus últimos (y prolíficos) años.
Gracias, querido maestro.
*Javier Díaz
El periódico "L'Osservatore Romano", órgano de expresión del Papa y demás curia pringosa, dedicó un "obituario" a Saramago, con su cuerpo aún caliente, que conviene leer, no tanto para constatar, por enésima vez, el nivel de rencorosa maldad que allí todo lo impregna, sino sobre todo, para que los descreidos constaten el nivel de daño que, con las solas armas de la palabra y la inteligencia, fue capaz de infringir el escritor a esa pandilla de apestosos gusanos chupa-sangre. No puedo resistirme a reproducir una de las "perlas" del libelo:
ResponderEliminar"Por lo que respecta a la religión, atada como ha estado siempre su mente por una desestabilizadora intención de hacer banal lo sagrado y por un materialismo libertario que cuanto más avanzaba en los años más se radicalizaba, Saramago no se dejó nunca abandonar por una incómoda simplicidad teológica"
A Javier Díaz se le olvidó añadir que esa gentuza, a la "mierda" la denominan "cielo".