“El posible abaratamiento del despido sólo afecta a la empresa, pero no a la indemnización que percibe el trabajador.”
(Celestino Corbacho, ministro de Trabajo)
Si se cruzan por la calle con el ministro de Trabajo y le intentan dar los buenos días, Corbacho saltará como un resorte y les responderá: “La reforma laboral no abarata el despido”. El ministro lleva toda la semana con el piloto automático puesto, soltando la misma frase cada vez que le ponen delante un micrófono, en un intento por rebatir lo que es evidente para todos: que tras tanto prometer que no iban a tocar el coste del despido, finalmente el decreto del Gobierno lo abarata, y mucho.
El intríngulis de la reforma no está en la extensión del contrato de 33 días, que de por sí ya es una rebaja respecto a los 45 días. El elemento central es lo tocante al despido por causas objetivas. Aunque todavía es algo confuso, lo previsible es que en el trámite parlamentario se termine de definir, pero todos anticipan ya el resultado final: más facilidades para que las empresas se acojan al "despido objetivo", cuya indemnización es de 20 días. Eso pone fin al debate sobre si 45 ó 33 días: si las empresas encuentran más fácil un despido "objetivo" que uno "improcedente", para muchos trabajadores la indemnización será de 20 días. Y eso sí que es abaratar, y mucho.
Pero no queda ahí la cosa: además se subvencionará parte del coste, de modo que las empresas sólo paguen 12 días, y el resto el Fogasa. A eso se agarra el Gobierno para asegurar que el trabajador no pierde nada, pues aunque la empresa pague sólo 12, él cobra sus 20 días. Vale, ¿y qué pasa con un trabajador que hasta ayer era despedido por 45 o 33 días, y ahora podrá serlo cobrando 20? ¿Pierde o no? Que se lo pregunten a empresas como Saunier Duval, que ha frenado un ERE en marcha para acogerse a la reforma laboral, pues le saldrá más barato.
En este mismo periódico el ministro de Trabajo dijo que en 2015 costará lo mismo despedir a un fijo que a un temporal (12 días), y que así se incentivará la contratación indefinida. Cualquiera pensaría que así se precariza a todos los trabajadores, pero no sean mal pensados: lo importante es tener contrato indefinido, aunque te puedan echar como si fueses un precario de toda la vida.
*Isaac Rosa