viernes, 16 de septiembre de 2011

Cuando la Economía juega al Bacarrá*


<<La llamada “economía global” ha evidenciado ser no solo un formidable bluff, sino también un gigantesco Casino de apuestas donde la economía productiva de los países cuenta muy poco a la hora de evaluar cuál es su auténtico estado de salud>>

LA llamada “economía global” ha evidenciado ser no solo un formidable bluff sino también un gigantesco Casino de apuestas donde la economía productiva de los países, es decir, lo que los ciudadanos comunes denominamos ”economía real”, cuenta muy poco a la hora de evaluar cuál es su auténtico estado de salud. La cuestión fundamental en el macrojuego de intereses de los grandes consonsorcios financieros internacionales es la cantidad de fichas que tienen los apostadores y cuáles son las posibilidades de sus apuestas. Eso es lo determinante en la red macabra de los envites cotidianos de las finanzas internacionales. De ahí los sobresaltos que cada día nos vemos obligados a sufrir cuando leemos los gruesos y negros titulares de prensa que nos anuncian una catástrofe para dentro de dos días. Esta mañana, sin ir más lejos, me han hecho añurgar con el desayuno. Los croupiers del Gran Casino – es decir, las agencias que pronostican el comportamiento que van a tener los apostadores - auguran que el 98% de ellos piensan que Grecia tirará finalmente la toalla y se declarará en quiebra. Ni que decir tiene que la noticia ha enloquecido a los multimillonarios jugadores, que velozmente están procediendo a cambiar el sentido de sus apuestas y, de paso, mirar de nuevo de reojo y con desconfianza al resto de lo que ellos denominan países pigs (P-ortugal, I-rlanda, G-recia, S-pain)...



Según manifiesta la influyente Agencia Bloomber, la única alternativa a la quiebra griega sería que Atenas saliera del euro y volviera a su antigua moneda, el dracma. Eso es, claro, lo que dicen los apostadores, a los que solo les preocupa la suerte inmediata que van a correr sus apuestas. Pero a los dueños del Casino les preocupa no solo que sus clientes estén satisfechos y puedan ganar partidas. Son conscientes de que la expulsión o retirada de un socio comporta serios riesgos. Abandonar el euro tiene un alto y peligroso coste, no solo para quien lo abandona (¡que al fin y al cabo…!), sino también para los propietarios de tan selecto Club.

Veamos: Si Grecia para evitar perjudicar la credibilidad de los administradores del Casino, se viera empujada a salir del Euro sufriría unos costes de entre 9.500 y 11.500 euros por habitante, solo el primer año después de su expulsión o retirada "voluntaria". Estas cantidades equivalen al 40 ó 50 por ciento de su producto Interior Bruto (PIB). En los años siguientes, el costo por ciudadano ascendería a los 3.000 ó 4.000 mil euros. Cierto es que eso a los apostadores les importa un comino. Al fin y al cabo, van a ser los de siempre quienes pagarán. Pero los Administradores del Casino, sin embargo, tienen que pensar necesariamente a más largo plazo. La situación social griega no es la del estado español. Allí hay algunos vigorosos sindicatos que no están institucionalizados como en el estado español, y no se conforman con las migajitas que caen de la mesa de los poderosos, sino que aspiran a cortar sus patas y terminar con las suculentas comilonas de los opulentos. Activos sindicatos que se han atrevido a movilizar a millones de personas en el curso del último año. Quienes gobiernan piensan que no está la situación para aventuras, que decisiones equivocadas podrían provocar que las orejas del lobo que lo quiere cambiar todo volvieran a asomar sobre las tapias europeas. Y no es cuestion de permitir que, de nuevo, el fantasma del comunismo vuelva a pasearse por Europa.

Pero es que la cosa no acaba ahí. Si los países “pigs”, que vienen a ser algo así como los “nadie” , los “mindundi” o los “perroflautas” del colosal festín de la especulación financiera internacional, se vieran empujados a abandonar el euro: ¿cuántos países tendrían capacidad para consumir las mercancías que exportan los Administradores del Casino, como Alemania, Holanda y Francia en las ventajosas condiciones en la que lo hacen? ¿Queda, por ventura, todavíbaa algún ingenuo que siga creyendo que nuestra entrada en la sacrosanta Comunidad Económica Europea se produjo solo porque geográficamente España se encontraba ubicada en el continente? ¿O que las llamadas “ayudas comunitarias” se nos concedían graciosamente a cambio de nada? ¿O que el desmantelamiento de la industria española no tenía ninguna finalidad?

Los analistas expertos al servicio de los dueños del Casino, que calculan minuciosa y fríamente los costos que generan determinados movimientos en la economía mundial, no solo pronostican que nadie que quiebra o decide irse del Casino lo va a hacer de gratis, sino que los que se quedan también tendrían que pagar un alto costo. Así de intrincada y escabrosa está la llamada economía global resultante del enloquecido desarrollo del sistema capitalista. Ya lo había dicho aquel respetable señor de barbas plateadas en el siglo XIX. Lo que pasa es que algunos quisieron olvidarlo.



*Manuel Medina (Redacción de Canarias-Semanal)

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