viernes, 7 de mayo de 2010

¿Independencia sin socialismo?

Permítannos plantear, una vez más, el viejísimo debate acerca de si procede (o incluso, si es materialmente posible) separar la lucha por la liberación nacional de este pueblo, de la lucha por una profunda transformación social que permita a nuestra clase trabajadora (esto es: a la mayoría social de esta tierra) emanciparse igualmente de un sistema económico, social y cultural caracterizado por profundas desigualdades, y un sistema productivo "interno" regido por las reglas de la explotación. Por extensión, si es posible plantear una separación radical entre "la etapa" de la lucha por la Independencia nacional (la creación de un Estado propio), de la supuesta "otra etapa" consistente en la lucha por un proyecto de sociedad que se caracterice por la sostenibilidad del Sistema resultante (esto es: la lucha por el socialismo -del "Siglo XXI", naturalmente, ¿de cuál otro podría ser...?-); habida cuenta de que las relaciones de producción actualmente vigentes conducen a la degradación y destrucción, no sólo de las personas, sino también del propio territorio en que vivimos.

Aunque ese es un asunto que viene de antiguo, y para nada circunscrito a Canarias (ha estado presente en todos y cada uno de los debates que han provocado la definición de las estrategias a seguir en todas las revoluciones que en el mundo han sido, desde el Siglo XVIII hasta ahora), creemos oportuno apuntar que el llamado "etapismo estricto" es, en nuestra opinión, un planteamiento claramente anticientífico, y su traducción política conduce inevitablemente a la defensa de estrategias equivocadas, e incluso reaccionarias, que llevan (al menos objetivamente) a situar a la clase trabajadora canaria en condiciones de sumisión ideológica y política, en relación con la burguesía criolla o pequeñoburguesía.

Cuando Marx señalaba que "toda la historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases", no lanzaba una mera "consigna política" al viento, sino dejaba constancia de un hecho científico, una conclusión que se derivaba de un profundo estudio de las sociedades humanas, de sus relaciones y sistemas de producción, en el transcurso del devenir histórico y de su proyección futura.

La negación de la existencia de contradicciones antagónicas de Clase, es un fenómeno típico (y hasta una tópica costumbre) de la ideología burguesa. En los casos extremos, nos encontramos con construcciones teóricas ultrarreaccionarias (propias de los sistemas fascistas), en las que se niega, simple y llanamente, la existencia de Clases, en virtud de abstracciones diversas.

Desde un punto de vista dialéctico (esto es: partiendo de un método de análisis científico), el mecanicismo propio del "etapismo estricto" resulta inviable, porque parte de unas premisa falsa: la de considerar que el sistema de contradicciones realmente existente en un lugar y momento histórico dado, puede ser "compartimentado"; de tal manera que, por la mera y concorde voluntad de los agentes sociales concurrentes, la lucha se puede circunscribir, estrictamente, a la resolución de "una" de las contradicciones (la que se denomina, habitualmente, "contradicción principal"), soslayando absolutamente el resto, que "aflorarían" una vez fuera resuelta la citada "contradicción principal".

La vida real no funciona así.

El "etapismo autista" pretende ignorar que la existencia de fenómenos sociales diversos, caracterizados por sus propias contradicciones internas, que se interrelacionan, es un hecho objetivo cuya presencia no está sujeta a la disponibilidad subjetiva de nadie.

Aplicando los anteriores razonamientos a nuestra realidad canaria, permítannos esbozar, brevemente, las siguientes conclusiones:

-Partiendo del hecho de que Canarias es una colonia de España, pendiente de emancipar, existe, igualmente, otra circunstancia de hecho ineludible: en Canarias hay Clases sociales y (por consiguiente), intereses de Clase diversos, y hasta contradictorios entre sí; por lo que en Canarias, además de la lucha por la construcción de un Estado propio (que despeje el fenómeno contradictorio colonial), habrá de abordarse, indefectiblemente, el modelo social, cultural y económico que resulte de dicha lucha de liberación nacional. Cada Clase social que intervenga en la lucha contra el colonialismo, tenderá a imponer un modelo de sociedad que resulte acorde con sus intereses de Clase, que no son convergentes entre ellas, sino contradictorios: a los sectores de la burguesía criolla susceptibles de ganar para la causa independentista, le interesará un modelo socio-económico lo más parecido al actualmente vigente (con la sola diferencia esencial de que estará libre del "corsé" que impone su actual dependencia de la Metrópoli). A las clases trabajadoras canarias, por contra, les interesará que el modelo social resultante, sea lo más favorable posible a su interés de terminar con la explotación que sufre por parte de la burguesía (no solo de la colonial y la "de servicio", sino también la de aquellos burgueses criollos susceptibles de ser ganados para la causa independentista -un sector marginal, por cierto, aunque este es otro asunto a abordar en otro trabajo-).

-Cada Clase social, en función de sus intereses de Clase, tiene su específico planteamiento cosmogónico, su particular visión de cómo es y cómo debe ser la realidad social en que se desenvuelve: a eso se le llama "ideología". A partir de esa ideología, cada Clase social construye sus tácticas y estrategias de intervención social: a eso se le llama "política". Es un hecho científico, contrastado empíricamente, que cada Clase, en el curso de la lucha política e ideológica, tratará de imponer su hegemonía sobre las demás (es un fenómeno inherente a la propia existencia de la Clase).

Lo dicho significa, ni más ni menos, que si en la lucha contra el colonialismo convergen Clases sociales que, a su vez, tienen intereses contradictorios entre sí, lo lógico será que tales intereses de Clase se traduzcan en posicionamientos ideológicos y políticos diversos. Tratar de negar esa realidad objetiva es adoptar la "táctica del avestruz". Y en el caso de los que pretendan representar a la clase trabajadora, esa táctica es suicida, y la llevará directamente a ser "engullida" por el enemigo de Clase (aunque sea "aliado circunstancial").

-¿Significa lo anterior que no hay espacio para la convergencia, en torno a un Programa Unitario, de aquellas Clases y sectores de Clase que estén interesadas en luchar contra el colonialismo?: de ninguna manera. La alianza interclasista de todos los sectores objetivamente interesados en sacudirse el yugo colonial, no sólo es posible; es además necesaria y hasta imprescindible, si queremos acumular las suficientes fuerzas que nos permitan enfrentar a un enemigo tan formidable, en unas condiciones debilidad como las que nos encontramos.

Pero eso es una cosa (avanzar juntos hasta donde nos sea posible, en torno a un Programa común), y otra muy distinta es la pretensión de censurar la natural expresión de las diversas corrientes ideológicas (y por consiguiente, políticas) que forman parte de la Alianza anticolonial. E intolerable resulta reprimir (a través de diversas actitudes coercitivas) su libre exposición pública, tal como pasó en las Manifestaciones por la descolonización celebradas en Tenerife y Gran Canaria.

Tal como expresamos antes, la afirmación de la "inexistencia" de contradicciones de Clase (o lo que es lo mismo, plantear la posibilidad objetiva de "aplazar" su manifestación, en la lucha por la hegemonía, respetando la pluralidad del conjunto), en función de un "interés supremo" (por ejemplo, "la Patria", tomada como una abstracción, y no como un hecho histórico formado por personas, territorio y relaciones sociales tomadas en sentido amplio) es un fenómeno típico y tópico de la ideología irracional burguesa y pequeñoburguesa.

El camino de convocar Movilizaciones en torno a un planteamiento político unitario (la descolonización, el derecho a la autodeterminación...), capaz de ser asumido por diversos sectores de Clase en Canarias, es perfectamente correcto. Pero los Programas tácticos unitarios deben ser consecuentes con las fuerzas sociales que están dispuestas a sumarse a la lucha común: y en Canarias, el tiempo de la Oligarquía (como posible agente social destinado a construir la nación propia) pasó hace ya muchas decenas de años (de hecho, más de un Siglo), por lo que el conjunto de las fuerzas sociales susceptibles de ser sumadas a la lucha por la Independencia (que no son otras que las llamadas "clases populares"), deben ser dotadas de un Programa progresista, que no ignore las aspiraciones emancipatorias de la mayoría social. ¡Y desde luego!, que no insista en asfixiar la libre expresión práctica de aquellas organizaciones de la izquierda independentista que quieran sumarse (porque éstas son la columna vertebral del movimiento).

La pluralidad no nos va a debilitar; mas bien lo contrario, su natural manifestación va a servir para sumar.