Digámoslo de entrada y con claridad: la convocatoria de Huelga General en contra de la reforma laboral y las recientes agresiones a los derechos de la Clase trabajadora (así como las futuras inmediatas, ya anunciadas) no tuvo el seguimiento masivo que habían logrado las siete convocatorias generales que se han realizado en Canarias desde las elecciones a “Cortes Constituyentes” de junio de 1977 (dos de ellas se hicieron durante los gobiernos de UCD, cuatro mientras gobernaba el PSOE y la última, en 2002, contra el gobierno del PP). Hemos dicho “siete”, aunque si nos referimos a Tenerife, resulta inexcusable señalar una más: la del 12 de diciembre de 1977 (convocada por los Sindicatos exclusivamente canarios, y que contó con la abierta hostilidad y boicot de CCOO y UGT), jornada de lucha obrera en cuyo transcurso la Guardia Civil asesinó a tiros a Javier Fernández Quesada.
El seguimiento en los distintos sectores fue desigual, de tal forma que tuvo una masiva incidencia en los Puertos, en el transporte (deslucida por los abusivos “servicios mínimos”, como veremos), una importante incidencia en las Industrias, una desigual incidencia en servicios públicos como los de Limpieza de residuos urbanos y Sanidad (en este último caso, minimizada además por unos “servicios mínimos” abusivos), y apenas se notó en las Administraciones y otros servicios públicos (Educación, servicios aeroportuarios…), así como en el comercio (salvo en las Capitales, y por lo general sólo en el pequeño y mediano comercio, con más incidencia durante la mañana). Hubo igualmente una baja participación en el sector Servicios (Hostelería…) y fue irrelevante en la Construcción, así como en el capitidisminuido sector primario.
La cifra de “más del 50%” de Huelguistas avanzada por Intersindical Canaria resulta, como mínimo, optimista (la del 67% aducida por CCOO y UGT es irreal y a todas luces para consumo mediático).
Aclaremos unos conceptos: cuando decimos que la participación real y efectiva de trabajadores y trabajadoras en la Huelga fue relativamente modesta (sobre todo en comparación con convocatorias anteriores, y mucho más teniendo en cuenta la enjundia de los problemas que motivaron su convocatoria), no estamos afirmando que el 29 de septiembre transcurrió “como un día de trabajo y actividad normal”. Nada más lejos de la realidad: aquél Jueves, muchos miles de trabajadores y trabajadoras canarias secundaron el paro, y la actividad productiva y de servicios sufrió una importante “ralentización”, bien es cierto que ocasionada, en una medida significativa, porque la población, con carácter general, planificó esa Jornada de tal forma que las necesidades de bienes y servicios quedaban “aplazadas” para otros momentos: así por ejemplo, a pesar de que la Huelga entre el personal docente (Universitario y No Universitario) apenas llegó al 20% real (prácticamente sólo fue a la Huelga la izquierda más consciente dentro del sector), es lo cierto que si no hubo actividad docente en muchos Centros fue por la sencilla razón de que los padres y madres de alumnos decidieron no enviar sus vástagos al Colegio o Instituto; de tal manera que, incluso, hubo algún que otro Centro escolar donde acudieron más docentes que alumnos; para oprobio y vergüenza, por cierto, de quienes, no estando de servicios mínimos, acudieron al puesto de trabajo “para que no les descontaran el día” (es decir: hicieron de esquiroles, que así es como se llama, en “roman paladino” a quien decide “hacer uso de su derecho a trabajar” durante una Huelga).
Otro tanto cabe decir de aquellos servicios del sector sanitario donde el Decreto de servicios “mínimos” no llegaban al 100% (Consultas, Ambulatorios…): la jornada transcurrió con “una extraordinaria placidez” (como dijo el ex-ministro del PP Mayor Oreja acerca de su vida durante el franquismo), produciéndose una especie de “milagro”, consistente en que las actividades sanitarias y asistenciales se realizaron sin agobios, y el personal (tanto el que fue nombrado “de servicios mínimos”, como un excesivamente alto número de personal que decidió oprobiosamente jugar al esquirolaje) no estuvo sometido a la presión y stress habitual propia de un día de trabajo “normal” en la sanidad. El motivo fue obvio: las y los usuarios decidieron aplazar mayoritariamente sus necesidades para mejor o más propicia ocasión; de manera que el “milagro” no fue tal: el día 30 de septiembre volvió el vértigo a la actividad del infradotado (en recursos humanos y materiales) sector sanitario canario. Cabe “castigar” a quienes hicieron de esquiroles en el sector con alguna “penalización” educativa. En tal sentido avanzamos la siguiente idea: dado que (por lo general) los esquiroles resultan ser los que más se quejan (de boquilla) acerca de las condiciones de trabajo imperantes, proponemos no hacerles ni puto caso, o al menos reprocharles su impresentable comportamiento, durante el período, por ejemplo, de un mes, cuando nos vengan con sus quejumbrosas cantinelas de lloricas cobardes e impotentes (la propuesta está lanzada…).
Con la salvedad del sector portuario (donde el paro fue masivo, y se notó), tampoco cabe “tirar foguetes” en lo referido a algunos sectores y empresas donde el seguimiento de la Huelga fue mayoritario (o incluso unánime –si descontamos los “servicios mínimos”-). Por ejemplo, el sector del Transporte público, que fue sometido a un ilegal y abusivo Decreto de “Servicios Mínimos” impuesto unilateralmente por el Gobierno regional el día anterior a la Huelga. Como quiera que los colectivos laborales decidieron acatar tales “servicios mínimos” (de un 40%, excepción hecha de Guaguas Municipales de Las Palmas, cuyo Comité arrancó a Saavedra una “rebaja”, hasta el 30%), pues la actividad se realizó, prácticamente, en condiciones de “normalidad”, habida cuenta de que el número de usuarios de los Transportes públicos bajó bruscamente, a lo largo del día de Huelga. El ferrocarril y las guaguas funcionaron en muchos momentos, prácticamente vacíos.
La jornada transcurrió, en definitiva, por unos cauces más “normales” de los esperados a priori. Como consecuencia, resulta cierta, en términos relativos, la afirmación de que la semiparálisis que sufrieron algunos servicios y sectores se debió más a la población, que se retrajo en la utilización de los servicios públicos, en unos casos, ante el “temor a incidentes”, y en otros como forma “sui generis” de manifestar su adhesión a la convocatoria.
En lo referido a la actividad de los Piquetes, ésta estuvo totalmente coartada, en todo momento, por una fuerte presencia policial, con instrucciones precisas de la Delegación del Gobierno colonial de utilizar métodos “expeditivos”.
En suma, las Islas amanecieron el 29-S, en lo que se refiere a la actividad productiva, de servicios y comercial, con poco movimiento de tráfico, escasos camiones transportando mercancías por la paralización de los puertos y pocas personas en los aeropuertos y en las zonas y centros comerciales. La actividad de los piquetes ayudó a las y los trabajadores del pequeño y mediano comercio y del sector industrial a sumarse al paro y a impedir la salida de las guaguas de transporte regular más allá de los “servicios mínimos” impuestos por el Gobierno (en este último sector, son de señalar las incidencias producidas en Global –Gran Canaria-, empresa que coaccionó gravemente a los trabajadores para que se incorporaran, intentando imponer un 60% de “servicios mínimos”, lo que fue impedido por la valiente reacción de las y los trabajadores organizados en los piquetes). Los vuelos interinsulares y con España registraron una bajada significativa de pasajeros en las conexiones sujetas a servicios mínimos ya que los usuarios cambiaron sus billetes ante el temor de problemas en la salida de los vuelos. Asimismo, como expusimos, fueron pocos los funcionarios y laborales de las Administraciones Públicas que secundaron el paro.
Las manifestaciones del mediodía convocadas en todas las Islas por UGT y CCOO, en las que participaron el resto de entidades sindicales (excepción hecha de Intersindical Canaria, que realizó su propia convocatoria por la tarde) fueron seguidas por varios miles de personas (un número bastante importante, dada la tónica de participación en los últimos tiempos).
Intersindical Canaria, por su parte, puso el acento en realizar sus actividades de lucha desmarcándose de forma ostensible de las protagonizadas por CCOO y UGT: se organizaron piquetes propios, no se acudió a las Manifestaciones del mediodía en Gran Canaria y Tenerife (convocadas por aquellos sindicatos españolistas y paraestatales, a la que se sumaron otros muchos colectivos sindicales), se realizó una importante Caravana que recorrió Lanzarote, y como colofón, en la tarde/noche se realizaron sendas Manifestaciones en Las Palmas y Santa Cruz con varios miles de participantes (Manifestaciones que resultaron también significativamente nutridas –con mayor participación en Tenerife que en Gran Canaria-), siendo de destacar que “el color” de estas últimas fue notoriamente distinto de las realizadas durante el mediodía: en estos casos, se notó perfectamente que se trataban de Manifestaciones realizadas en Canarias, al contrario de lo que había ocurrido al mediodía (cortejos perfectamente intercambiables, incluso desde el punto de vista gráfico, con aquellos otros que se estaban manifestando al mismo tiempo –aunque “una hora después”- en España).
Las organizaciones y entidades organizadas en Gran Canaria en torno a la “Coordinadora Canaria de Colectivos” (CSC, Colectivo Autónomo de Guaguas Municipales, etc.) optaron por acudir a las dos Manifestaciones convocadas (las del mediodía –CCOO y UGT- y las de la tarde –IC-).
¿Fue correcto o incorrecto participar?
A pesar de lo expuesto en torno a la relativamente baja intensidad del paro laboral efectivo registrado, valoramos que la del 29-S fue, globalmente considerada, una Jornada de Lucha exitosa, un día de movilizaciones necesario, a partir del cual podemos ir consolidando experiencias y acumulando fuerzas para las movilizaciones que, sin duda alguna (aunque sea por una mera cuestión de “legítima defensa”) habrán de producirse en el futuro, en nuestra tierra.
Ya expusimos en un artículo anterior [No son tiempos de desmovilizar] que, incluso teniendo en cuenta el carácter light que imprimieron CCOO y UGT, desde el inicio, a la convocatoria realizada (nada menos que con más de tres meses de antelación, y asegurándose que la acción de “protesta” se hiciera efectiva una vez convalidado –y empeorado, como habíamos anunciado- el Decreto-Ley por las Cortes españolas), las organizaciones de la izquierda sindical en y de Canarias no nos podíamos permitir el lujo de ignorar el llamamiento a la Huelga General, ni mucho menos, boicotearlo. Los motivos eran obvios: la enormidad e intensidad de los ataques a sus derechos históricos que estaba (y está) sufriendo nuestra clase trabajadora, requerían una respuesta práctica de las y los trabajadores y sus organizaciones de Clase, una respuesta que fuera más allá de la mera elaboración de comunicados, formulación de declaraciones, o la firma de documentos de protesta y llamamientos faltos de concreción “a la lucha y a la resistencia”, y menos aún “huidas hacia adelante”, reclamando acciones imposibles (aquí y ahora), tales como “exigir” la convocatoria de una “Huelga General Revolucionaria", una "Huelga Anticolonial” cuya fecha de concreción (naturalmente) se deja "en el aire" sine die, etc… Más allá de inútiles "radicalismos estrictamente retóricos" era preciso, antes que nada, poner los pies en la tierra donde nos ha tocado vivir, y una vez hecho esto, facilitar los cauces para que pudieran escenificarse, a la mayor urgencia, el descontento y la voluntad de resistencia y respuesta, en las empresas y en la calle, intentando darle un contenido que rebasara y superara por la izquierda las más que modestas (en realidad, manipuladoras) intenciones de CCOO y UGT, que no eran otras (y lo siguen siendo) que “mostrar (al Gobierno y la Patronal) sobre el tablero, sus Peones” (las y los trabajadores contabilizados en las calles), en su estrategia de “jugar en las mesas de negociación” con los otros actores estatales (como hemos expuesto, la representación institucional de la Patronal y el Gobierno) para tratar de preservar posiciones que les permitan seguir ejerciendo con “comodidad” el papel histórico que les corresponde en su calidad de entidades sociales para-estatales: servir de “colchón” o “amortiguador” que atenúe las contradicciones de Clase, y en los inevitables momentos de agudización de éstas, tratar de “encauzar hacia la normalidad cívica” los enfrentamientos, derivándolos a terrenos que permitan desactivar los conflictos, sin que estos lleguen nunca a cuestionar el Sistema en su conjunto.
En Canarias además, a CCOO y UGT les corresponde una tarea extra: la de tener controlado al movimiento obrero y popular, aherrojándolo orgánica, política e ideológicamente, de modo y manera que, en la medida de lo posible, los inevitables conflictos que surgen, dado el carácter contradictorio de los intereses de las Clases Sociales actuantes en las Islas, no destapen un aspecto íntimamente vinculado y peligrosamente subversivo para el Sistema (por lo que tiene de incontrolable e irresoluble, dentro de los propios parámetros del marco jurídico-político que nos imponen): nos referimos, naturalmente, al hecho colonial, aspecto que impregna trasversalmente (de forma inevitable) cualquier conflicto social que surge en este territorio. No decimos nada nuevo si nos reiteramos en el convencimiento de que, en esta tierra, no habrá solución consecuente a las manifestaciones prácticas de un Sistema socio-económico basado en la explotación de unas personas por otras (paro, miseria, insostenibilidad…), si paralelamente, no abordamos con decisión una consecuente salida a la opresión colonial que sufren (con especial intensidad) las clases populares de nuestra nación, y en especial, nuestra clase obrera. Cuando reivindicamos una “Canarias libre y sin explotación” estamos dejando constancia de un hecho cierto: aquí no habrá auténtica sociedad sin explotadores ni explotados (socialismo), sin paralela liberación y emancipación nacional (Independencia)… Y viceversa: aquí no habrá una auténtica Independencia nacional, si el proceso hacia la constitución del Estado propio no lo impulsan y hegemonizan las Clases sociales objetivamente interesadas en conseguir una auténtica Soberanía nacional, fundamentalmente nuestras Clases trabajadoras, que forman parte sustancial de lo que denominamos “mayoría social” en esta castigada tierra canaria; impulso que se dará sólo si esa mayoría social se dota de un Programa que incluya medidas de profunda transformación social, tendentes al socialismo.
En tal sentido, decíamos (y nos reiteramos en ello tras analizar los acontecimientos ocurridos el 29-S y con posterioridad), el sindicalismo canario estuvo obligado a estar en la calle, ante el envite del 29-S, tratando de disputar la hegemonía a las Direcciones de CCOO y UGT. Actuar de otra manera, al menos objetivamente y por encima de las intenciones de quien así lo hiciera y decidiera, implicaba situarse del lado de los sectores más atrasados política e ideológicamente del movimiento obrero; aquellos que han hecho de la resignación y el conformismo su fe y bandera, aquellos que se han sumado con entusiástico resentimiento digno de mejor y más justa causa, a la campaña de linchamiento sindical emprendida por la derecha (PP y CC, entre ellos), contando con el silencio cómplice (y en muchos casos, con la colaboración activa) de los socialdemócratas del PSOE. Esa campaña de desprestigio de “los sindicatos”, “los sindicalistas” y “el sindicalismo” en general, que no hace “distingos” entre unos y otros, metiéndonos a todos en el mismo saco, y saco al que se han dedicado a apalear sin misericordia en las tertulias, en los “mass media”, y como prolongación, utilizando a los típicos y tópicos estúpidos y alienados “loros”, analfabetos funcionales, fachas y reaccionarios de toda laya, que como buenos rebenques que son, se transmutan en vocacionales “tertulianos”, hablando de lo que no saben en los bares, en las guaguas, en el tranvía, en los centros de trabajo, en las recovas y en fin, hasta en los W.C. públicos (ya ven ustedes: ese, concretamente, no es un lugar impropio –basta con “tirar de la cadena” y hacer desaparecer esa basurilla argumental, limpiándose después las manos… y los oídos).
Lo dijimos y lo repetimos: un boicot a la convocatoria de CCOO y UGT en Canarias, sólo sería política y sindicalmente plausibles si estuviéramos en condiciones de proponer acciones de lucha propia alternativas reales y concretas, que fueran seguidas por la mayoría o al menos una significativa porción de nuestra clase trabajadora, como pueden permitirse en Euskal Herría (y así lo han demostrado repetidamente), donde la relación de fuerzas sindical es claramente favorable a los sindicatos propios frente a los estatalistas, situación de la que, aquí y ahora, no disfrutamos los sindicatos canarios. Y ojo: esto no es ninguna manifestación del famoso “complejo del colonizado”, sino la mera constatación de un hecho objetivo, perfectamente acreditable, y constatación o “foto” de la realidad que realizamos no con la intención de “conformarnos” ni ser sumisos a ella, sino todo lo contrario: a partir de ella, luchar por transformarla en una cosa sustancialmente (cualitativamente) distinta.
La actitud del FSOC
Por eso, la posición adoptada por la Dirección del FSOC en este asunto, nos parece profundamente errónea. En cuestiones de fondo (por los motivos ya esgrimidos, tanto en este, como en anteriores artículos del Blog), como también, incluso, por cuestiones de forma: la escenificación de su rechazo a la convocatoria del 29-S (en un Hotel de los caros, con invitación a “desayuno” o “piscolabis” como “engodo” –fallido, por cierto- para atraer a periodistas -como si el Sindicato estuviera “sobrado de medios” y los periodistas, al fin y al cabo, no fueran unos “mandados” que deben obedecer las órdenes de sus respectivos Grupos Empresariales/Editoriales…-); e incluso por el “eslogan” escogido (“Huelga-Trampa”), concepto que nos retrotrae a la consigna que utilizó, en su día, el PP (“Tregua-Trampa”) para abortar abrupta y unilateralmente un proceso de negociación política en curso que podría haber servido para avanzar en el camino de la paz en Euskal Herría, evitando tantos sufrimientos innecesarios…
No, señores de la Dirección del FSOC: para conseguir una “idea-fuerza” que facilite la publicación de una consigna en grandes titulares de los mass media, no vale “cualquier cosa”. En este asunto, como en todos, los escrúpulos deben intervenir, jugando su papel moderador. Lo hemos dicho muchas veces, y lo volvemos a repetir: las formas, más a menudo de lo que mucha gente cree, resultan trascendentes; hasta el punto de que pueden condicionar sustancialmente los fines prefijados, desdibujándolos en ocasiones hasta hacerlos irreconocibles para el común de los mortales (entre los cuales situamos a los propios “protagonistas del invento”).
Tenemos la fundada convicción de que la posición del FSOC ante la convocatoria del 29-S, estuvo condicionada, básicamente, por la situación de extrema debilidad orgánica y político-sindical a la que han conducido dos años de profundo desnorte y crisis de Dirección, cuyo culmen estuvo en el, a todas luces ilegal, ilegítimo y fallido “II Congreso Nacional” celebrado a finales de 2009, con el previo y posterior intento de linchamiento moral y laboral de un dirigente sindical histórico, de la estatura (nada más y nada menos) de Manuel Mederos, antiguo Secretario Nacional, y hoy sometido a la penosa condición de trabajador que se ve en la tesitura de defenderse del moobing laboral a que le somete su empresa (nada más y nada menos que el Sindicato “de Clase” del que fue fundador y principal valedor). Triste y penoso, tóxico y peligroso (ideológicamente hablando)…
Nos mantiene la confianza de que las y los compañeros de la Dirección del FSOC, finalmente, sean capaces de rectificar en toda regla el errático camino emprendido, asumiendo el fracaso estrepitoso de la estrategia escogida en su día, y buscando una salida digna, que permita a la afiliación y militancia sindical que aún queda, encontrar una alternativa a la situación de desencanto y pesimismo que cunde en estos momentos; de tal forma que se ponga fin a la desorganizada desbandada que existe, en gran medida, en estos momentos, para que, en definitiva, de la crisis en que está sumido el FSOC no se sigan beneficiando los sindicatos españolistas.
Intersindical y su relación con el resto del sindicalismo canario
En lo que se refiere a las posiciones adoptadas por Intersindical Canaria, permítasenos apuntar determinadas cuestiones que han creado importantes discusiones, y sobre las que hay que profundizar, para intentar afinar mejor en la estrategia de acción sindical futura:
-Nada tenemos que reprochar al objetivo, decidido por el Consejo Nacional de Intersindical tras un intenso, participativo y muy interesante debate celebrado en la Sesión de principios de Septiembre, de participar en la jornada de Huelga marcando las debidas y necesarias distancias con CCOO y UGT. Una vez decidido, de forma abrumadoramente mayoritaria, que había que participar en la Huelga, era obvio (y estaba en el ánimo de la práctica totalidad de las delegaciones participantes) que, en esta ocasión, el sindicalismo canario debía hablar con voz propia, alto y claro, convocando con su propia Tabla reivindicativa y sus específicas consignas, lo que implicaba formalizar legalmente una convocatoria de Huelga claramente diferenciada, así como elegir un Comité de Huelga propio y distinto del estatal de CCOO y UGT. No podía ser de otra manera: la mera lectura de la totalmente ambigua consigna escogida por CCOO y UGT (“Así No”), nos retrotraía a episodios bochornosos como los que sufrimos en el pasado, hace ya muchos años, cuando el PSOE de Felipe González (por aquél entonces en la oposición), realizó una campaña de desgaste electoralista contra el Gobierno de la UCD (que había decidido meter al Estado español en la OTAN, en 1981), y campaña, supuestamente “anti-OTAN” que se desarrolló bajo la consigna “OTAN: de Entrada NO”. La ambigüedad del aquél Mensaje, que permitió al PSOE cosechar una inmensa cantidad de incautos votantes “anti-atlantistas” en las posteriores Elecciones Generales de 1982… le sirvió igualmente, unos pocos años después, para propugnar la permanencia del Estado español (la colonia Canaria incluida) en ese instrumento militar agresivo al servicio de EEUU y otras potencias capitalistas, con base a la siguiente, y muy cínica consigna (no explicitada, pero perfectamente subyacente en los mensajes dirigidos a la población): “OTAN: de Salida, TAMPOCO”…
La consigna escogida por UGT y CCOO para la convocatoria del 29-S dejaba poco margen a la duda. El mensaje al Gobierno era bien claro: no se rechazaban radicalmente todas las reformas antiobreras y antisociales decididas, sino la forma en que fueron adoptadas (sin contar con las “Mesas de Diálogo Social” -es decir, sin contar con ellos-), y por consiguiente, sin darles chance para obtener algo a cambio.
“Así Nó”… ¿o sea, que si lo hubieran hecho de aquella otra manera, acaso quizás sí…?: hizo bien Intersindical Canaria en marcar distancias de esa panda de sinvergüenzas y traidores a nuestra Clase trabajadora.
Sin embargo, debemos señalar críticamente determinadas actitudes que pudieron restar efectividad a la acción decidida por el máximo órgano entre Congresos de Intersindical:
-En primer lugar, entendemos que no se analizó y estudió suficientemente la decisión sobre aspectos trascendentes como fueron el participar, o no, en las Manifestaciones convocadas por CCOO y UGT (y en su caso, la fórmula de dicha participación), así como si convocar, o no, Manifestaciones diferenciadas (y en su caso, si dichas convocatorias debían realizarse totalmente en solitario, o contar con otras organizaciones y colectivos sindicales de ámbito canario, con carácter previo a la formalización de las mismas). Creemos que estas cuestiones no eran, en absoluto, “secundarias”, sino que afectaban a la propia política de alianzas (táctica y estratégica) que, entendemos, aún queda por definir (o redefinir) en Intersindical, por lo que habría sido bueno que tales aspectos se hubieran discutido y decidido con mayor atención, atendiendo a los resultados no sólo a corto, sino también a medio y largo plazo.
-El defecto anterior pudo ocasionar la asunción por parte de Intersindical Canaria de puntuales actitudes sectarias, poco sensibles y/o hasta irrespetuosas, en relación con otros colectivos sindicales canarios que tenían muchas cosas que aportar (como, de hecho, demostraron) a la hora de dificultar a CCOO y UGT su objetivo de mantener una jornada de Huelga “controlada y domesticada”. La unidad y confluencia de todas las organizaciones de Clase de ámbito canario deberá hacerse evitando cuidadosamente cualquier actitud prepotente que pueda poner “piedras en ese camino”. Y en esta tarea, Intersindical Canaria (en cuanto Sindicato mayoritario dentro del ámbito) tiene una especial responsabilidad que, lamentablemente, no ejerció adecuadamente en la preparación y ejecución de la Huelga del 29-S.
El colectivo de Portuarios, el Colectivo Independiente de Guaguas Municipales de Las Palmas, CSC-OCESP, etc., etc., no son entidades “fantasmas”, sino realidades sindicales que están ahí, cumpliendo su papel dentro del campo sindical canario, papel que no es pequeño ni susceptible de menospreciar o minusvalorar, tal como demostraron el 29-S; circunstancia que, según nuestro criterio, no fue suficientemente evaluada con carácter previo por Intersindical Canaria.
Este es un error que puede ser perfectamente rectificado en el futuro; y estamos seguros que se hará. O al menos, que se intentará.
La unidad del sindicalismo de soberanista y Clase canario será fruto de la voluntaria, respetuosa y fructífera colaboración entre todas las entidades y organizaciones concurrentes, o no será.
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